ubicada en la calle Briceño Méndez del sector Palo Negro, municipio San Joaquín.
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Una vez que los diez empleados de “El Buen Pastor” ocupan sus lugares respectivos, el calor que desprenden las máquinas se adueña del aire y empieza la faena: los hornos despiertan, las batidoras industriales encienden sus motores y el ajetreo en el área de empacado no cesa hasta que Pérez anuncia el cierre a golpe de las 5:00 p.m.
Pérez, actual dueña de la fábrica donde se preserva uno de los patrimonios gastronómicos más importantes del país, se hizo panelera desde muy joven. Su fallecido esposo, Alfredo Carrillo, fue su mentor y le enseñó todo lo que sabía. “Esta fábrica antes se llamaba Santa Paula. Pero Alfredo y yo le cambiamos el nombre a El Buen Pastor. Le pedí que me enseñara para sacar el negocio adelante y antes de muriera me dijo que el alumno había superado al maestro”, comentó la señora.
Actualmente, las panelitas de San Joaquín siguen siendo la principal fuente de ingreso de su familia. Al día se realizan aproximadamente 10 batidos, cantidad que permite generar alrededor de 700 paquetes de rebanadas de bizcocho dulce por jornada. El precio de fábrica por cada paquete es de $1, mientras que en la ARC y algunos peajes de Carabobo el costo en promedio es de $2.
Tiempos difíciles
Hace un par de años, el negocio de las panelitas estuvo a punto de extinguirse. “La tradición estaba casi muerta, pero nosotros decidimos mantenerla con vida”, recordó Adelaida.
La mujer relató al equipo de Notitarde que fue en aquellos momentos de dificultad económica cuando tuvieron que reinventarse para subsistir. Así fue como las fábricas diversificaron su producción, introduciendo al mercado palmeritas, pan dulce y salado y el panelón: un producto alternativo que conserva el sabor original de las panelitas pero con una textura más blanda, similar a la de un ponqué.
El diputado carabobeño a la Asamblea Nacional, Jesús Santander, también recuerda aquellos tiempos. El parlamentario se ganó el apodo de "Defensor de las Panelitas de San Joaquín" luego de haber impedido el cierre de dos fábricas en 2020, cuando la pandemia por Covid- 19 estaba arrazando con la salud y la economía de los venezolanos.
"En septiembre de ese año estábamos en campaña y en vez de imprimir volantes, preferimos utilizar esos recursos para comprar harina, cartones de huevo y polvos de honear para garantizarle a los paneleros al menos dos meses de producción. Y reistieron ", explicó.
En rumbo de la expansión
Actualmente la oferta de panelitas sólo permite abastecer el mercado local. Sin emabrgo, cada día los biscochos adquieren mayor reputación nacional y la demánda foránea crece, especialmente en estados costeños.
En "El Buen Pastor", por ejemplo, los trabajadores están enfocados en cubrir los pedidos de los sanjoaquineros, aunque de vez en cuando Adelaida recibe pedidos de otros lugares. "El teléfono no deja de sonar. Siemrpe nos emociona cuando nos piden panelitas de afuera y nos encargamos de complacer a todos los clientes posibles", aseguró.
"Hoy en día se les ha devuelto a los carabobeños la convicción de que encontrarán panelitas en los pejaes de la región, pero también estamos viendo que los paneleras y paneleros han llegado a peajes de Aragua y Boca de Aroa", agregó Santander.