El caracol africano representa una grave amenaza para nuestra salud humana
Recientemente han sido registrados en diferentes ciudades de nuestro país gran cantidad de caracoles africanos, una animal que a simple vista puede parecer inofensivo
Carabobo.- Recientemente han sido registrados en diferentes ciudades de nuestro país gran cantidad de caracoles africanos, una animal que a simple vista puede parecer inofensivo pero que debajo de él, se esconde una baba que transmite bacterias y parásitos y que ponen en riesgo la vida de cualquier ser vivo.
El Lissachatina fulica, nombre científico de este caracol provenientes del continente africano, es de fácil reconocimiento ante las demás especies porque su concha es color crema con líneas alternas marrones, mientras que su cuerpo es marrón oscuro con una franja clara en su lomo, de acuerdo a lo indicado en la página web del Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo (Minec).
PERJUDICIAL PARA LA SALUD
"Esta especie puede actuar como hospedador intermediario en el ciclo de vida de varios nemátodos perjudiciales para la salud humana: Angiostrongylus cantonensis y Angyostrongylus, entre otros, pues existen reportes de otros parásitos como Schistosoma mansoni, Trichuris spp, Hymenolepis spp, Strongyloide spp que también causan daños importantes. El primero es causante de meningoencefalitis eosinofílica, y el segundo, agente causal de angiostrongilosis abdominal", indica el artículo “Daños a la agricultura, el medio ambiente y la salud ocasionados por el caracol gigante africano”, en la Revista Cubana de Higiene y Epidemiología que se encuentra disponible en línea.
Existen muchas maneras efectivas para controlar a los caracoles africanos desde el hogar: una de ellas es esparcir sal sobre el molusco y cuando este se seque, quitarlo con guantes impermeables y enterrarlo en la tierra a una profundidad de aproximadamente 50 cm, es importante que esté lejos de fuentes de agua.
Los caracoles también repelen las plantas cuando estas se encuentran llenas de jabón hecho con nueces de lavado.
(Mónica G. Parra O.)