Durante esta tercera ronda de conferencias en el Hesperia WTC Valencia Fashion Week este miércoles 27 de abril, llegó al escenario una mujer emprendedora con una historia que contar,
a lo largo de los años.
Todo comenzó en Valencia a la edad de 11 años, cuando logró la primera venta de un cuadro en alto relieve. Con su primer éxito vino también su primera oportunidad de negocio, donde vendió cerca de 100 lienzos a pedido durante el periodo de vacaciones.
“Así aprendí que, trabajando, esforzándote podías conseguir grandes cosas, y con el tiempo se me metió en la mente que a los 13 años que yo quería mi primer teléfono y yo sabia que no me lo podían comprar, así que le pedí a mi hermana que ya tenia negocio, una tienda de ropa, que me diera la oportunidad”.
López afirmó que esta experiencia la llenó de ánimos al ver que las cosas si se pueden lograr. “Aún recuerdo como si fuera ayer cuando me lo compre, que la marca y que línea fue”.
A los 17 años, Katerin empezó a trabajar y a estudiar, sin embargo, durante la temporada de ventas decidió parar su carrera para dedicarle más tiempo al negocio de su hermana. Pronto este pasó por un periodo de transformación donde decidieron darse a conocer como vendedoras de ropa al mayor en otros pueblos y ciudades.
“No teníamos ninguna garantía de que nos iban a ser pedidos” recordó. “Yo he sufrido mucho de miedo escénico, sobretodo en esa época, y bueno, yo le decía a mi hermana, yo te bajo todas las maletas si quieres, pero no me obligues a que yo me pare y diga 'buenas, yo vendo ropa al mayor'”.
Con tiempo y esfuerzo, lograron formar su propia cartera de clientes mientras se volvian más conocidas. Las tiendas constantemente les hacían más pedidos, y terminaron por inaugurar una tienda física al mayor, lo que les permitió traer su propia mercancía.
“Aprendí demasiadas cosas, yo puedo ser hoy en día lo que ella me enseño” relató. “Fueron tantas cosas y tantos aprendizajes, uno tiene que valorar cada situación que le da la vida, y si uno tiene que trabajar con otra persona, trabaja, valora y agarra todos los conocimientos positivos que te puedan brindar”.
Luego de un tiempo, Katerine decide emprender su propio negocio, y luego de varios intentos, descubre que lo que a ella realmente le apasiona y le gusta es vender ropa.
Fue entonces que inició el proceso de definir el nombre y buscar un local, este ultimo fue ser muy difícil debido a las grandes posibilidades que había en el momento. Y tras llegar al Centro Comercial Los Jarales, comenzaron a hacer un estudio de mercado y optaron por invertir en el lugar.
Cuando llegó el momento de surtir la tienda, Lopez admitió haberse dejado llevar por sus emociones a la hora de escoger las prendas.
“Compre cosas bonitas, otras no eran tan bonitas y algunas cosas las compre como si fuera a vender ropa al mayor” confesó. “En ese momento no pensé que tenia que comprar un paquete para ver que era lo que más aceptaban mis futuros clientes, porque no los conocía”.
Sin embargo, pese a este contratiempo, Praga tuvo una muy buena recepción al publico y lograron establecerse con éxito. Esto trajo nuevos aprendizajes, como escuchar a tu clientela en lugar de guiarse exclusivamente por otras marcas.
A su vez más, Katerine comenzó a prepararse para perfeccionar sus conocimientos, y aperturó otras dos tiendas, una de su línea principal y otra con un estilo diferente.
Pero, tras sentirse en la cima, llegó un contratiempo que la llevó a cerrar dos de sus locales y quedarse únicamente con el Fin de Siglo.
“De las caídas las personas se levantan, y yo no entendía eso, yo tenía mucha depresión en mi corazón y tenía desanimo increíble, yo no quería saber nada de tienda, nada de todos mis sueños, todo lo que yo había trabajado”.
Es luego de dar a luz y con la mente dispuesta a quedase en el extranjero que retoma la inspiración para continuar luchando por su emprendimiento.
“Cuando yo estoy en el Fashion District algo entro en mí, no sé qué me dio una energía, unas fuerzas por seguir luchando por algo que yo ya le había perdido la motivación” reveló. “Yo decía, 'dios mío, como yo voy a dejar que mis sueños se vayan así por la borda' y llego con esa idea a la casa y le comento eso a mi esposo”.
Desde entonces, volvieron con la intención de establecerse en Los Jarales, y el éxito volvió nuevamente a tocar la puerta.
“Nos hemos sabido manejar en esta constante montaña rusa de emociones que tenemos los venezolanos, pero entonces todo esto nos ha hecho reinventarnos”.
Katerine aseguró que de todas estas experiencias pudo comprender que hay que saber levantarse para lograr salir adelante, y que cualquier fracaso o eventualidad la ha hecho reflexionar y tomarlo como un impulso para hacerlo mejor en el futuro.
