En Canoabo, estado Carabobo, por más de 100 años, la familia Estrada -Jiménez ha mantenido esta tradición que viene de generación en generación. Para ellos este día es sinónimo de fe, cultura, tradición y unión.

Mirna Estrada, miembro de la cofradía de esta localidad, cuenta que su tatarabuelo, abuelo y posteriormente su padre pertenecieron a esta celebración, que se caracteriza por el sonido del cumaco y el canto alegre que pone a bailar tambor a más de uno.

Su tatarabuelo era el tamborero mayor, cargo importante en la cofradía, que posteriormente heredó su abuelo y su padre. Tras el fallecimiento de su papá el legado le quedó a un primo, ya que su hermano no toca, sino que canta y ella, por ser mujer no puede asumirlo, aunque es la única de su generación que sabe tocarlo. “Los tamboreros mayores van preparando a su descendencia, pero eso se lleva en la sangre”, explica.

El 24 de junio a las 4: 00 am., salen los sanjuaneros de Canoabo camino al río La Toma. A eso de las 5: 00 am,  inician su ritual. Cada asistente le pide permiso a Dios para bautizarse con esas aguas y hace su petición personal. “Mi abuelo, Diego Estrada, decía que ese día las aguas están benditas”. De ahí acuden a la misa a las 10:00 am y posteriormente hacen la procesión con el santo de la parroquia.

Explica que ese santo posteriormente entra a la iglesia y no sale más hasta el año que viene. El que sale a recorrer las calles al ritmo del cumaco, es el santo de la cofradía, tambien llamado Santo parrandero. A eso de las 3:00 pm termina el recorrido en un sitio turístico llamado El Muro. Ahí hacen un sancocho que es realizado gracias a la colaboración de todos los canoaberos, "es algo muy bonito. Agricultores, comerciantes y pobladores aportan su granito de arena”, relata. 

Actualmente están integrando a los niños a esta tradición que aclaró es totalmente de corte religioso (católico).