“El peligro de Halloween no está en los disfraces. No creo que haya nada malo con que los niños se pongan un traje, se vistan de vaquero o cenicienta. Es una diversión sana. El problema es cuando se olvida a Dios al punto en que la gente termina glorificando el mal con disfraces que buscan infundir terror o miedo, o practicando magia o brujería”, afirmó, según lo reseñado por el medio ACI Prensa, una agencia de noticias católica.
Resaltó que para estas fechas el diablo no tiene poder por sí mismo, sino que “actúa por lo que la gente hace”, lo que “invita a que el mal entre a nuestras vidas”.
Indicó que, para evitar problemas con los hijos, los padres deberían explicar a los niños el porqué ciertas prácticas en ese día no conducen a la fe e identidad católica.
Origen
Según historiadores, el Día de Brujas o Halloween tiene origen europeo porque se realizaba con motivo de celebrar la cosecha en esa época.
Los celtas tenían esta fiesta marcada como la entrada a “oscuridad”, debido a que es la culminación de la mitad más luminosa del año.
Con la entrada de la religión, los católicos añadieron otro significado que era “All hallow’s eve”, que significa “víspera de todos los santos”.
No obstante, la llegada migratoria de los irlandeses a Estados Unidos generó la creencia en las brujas y fantasmas, entre otros.