Con carruchas, carretillas, botellones al hombro y tobos repletos de recipientes plásticos, los habitantes mariareños arrastran sus pasos diariamente hacia las orillas de una vertiente del río principal del pueblo en busca del líquido sagrado: el agua potable.
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A tempranas horas de la mañana, vecinos de los sectores Carmen I, Libertador, La Toma y La Cocuiza suben hasta lo alto del cerro por donde pasa una vertiente del Río Mariara, municipio Diego Ibarra. Allí, sostenidas por la montaña, varias tuberías derraman el líquido que, de acuerdo a los residentes, proviene de un manantial y es apta para el consumo humano.
Marco Antonio Longari, de 58 años de edad, ha pasado más de dos tercios de su vida repitiendo la misma rutina. Espera hasta las 10:30 a.m. para salir de casa junto a su carrucha improvisada y el único botellón desgastado de 18 litros que le queda. A esa hora consigue evadir la fila que se forma a principio de mañana. “Los días más tranquilos son los domingos. Casi todos permanecen en sus casas. Pero de lunes a viernes la cola es de más de 80 personas”, indicó.
AGUAS REVUELTAS
Ángel Aular ha sido residente de la localidad Libertador durante 50 años y también está acostumbrado a peregrinar por el vital líquido. El vecino explicó que, por lo general, el recorrido lo realizan en temporadas de lluvias, ya que durante la sequía algunas localidades de Mariara sí reciben aguas limpias directo en sus hogares“. Cuando llueve el agua revuelve la tierra y la basura, entonces el agua en nuestras casas sale sucia, negra.
Aular también explicó que el agua que carga en el río la utiliza para el consumo, mientras que la que sale por las griferías de su vivienda la aprovechan para descargar los sanitarios. “Esta de acá sirve para beber y cocinar. La otra para bajar los baños, aunque hay quienes también usan esa agua sucia para medio fregar, medio lavar o medio bañarse”, afirmó.
(Francis G. Tineo)