Este reconocido médico quien murió el 12 de mayo de 2014, a la edad de 100 años, pasó a la historia por sus aportes en la prevención y el tratamiento de la oncocercosis, la micosis y la antes mencionada entre otras enfermedades tropicales.
Convit trabajó con un grupo de investigadores en el Instituto Biomédico de Venezuela, creando una vacuna modelo para tratar la lepra, enfermedad muy temida en la historia de la humanidad.
En sus investigaciones logró aislar el bacilo con la vacuna, contribuyendo al cierre de los centros de aislamiento –leproserías– en los países de la región, y garantizando un trato digno y humano para estos pacientes; está investigación fue la base para la creación de la vacuna contra la leishmaniasis.
Convit llegó a decir que “luchar por la felicidad de los demás, sirve para la evolución de uno como persona. Dedicarse con ahínco a tratar de mejorar la situación del prójimo es fundamental en la vida”.
En 1988 su ardua labor condujo a ser nominado al Premio Nobel de la Paz en Medicina.
En el 2002, durante las celebraciones del centenario de la OPS, Convit recibió en la ciudad de Washington el premio Héroe de la Salud Pública por sus invaluables contribuciones en salud en el hemisferio.
Convit ejerció importantes cargos durante su carrera profesional, en 1971 fue nombrado director del Centro Colaborador para la Referencia e Investigación en la Detección Histológica y Clasificación de la Lepra para la Organización Mundial de la Salud en Venezuela, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Gracias a sus invaluables aportes en la medicina, fue reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, en 1987 y, la más importante de las distinciones francesas, Caballero de la Legión de Honor.