¿Qué llevaron a proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción?
El 8 de diciembre de 1854 Pío IX proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción como una verdad revelada por Dios
Cultura.- El 8 de diciembre de 1854 Pío IX proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción como una verdad revelada por Dios pero cuales con los duros debates que la iglesia católica se enfrentó para llegar a ese punto.
De acuerdo con Infobae el primer gran defensor de la Inmaculada Concepción de María fue el franciscano Duns Escoto. Sus argumentos comenzaron cuando tuvo como maestro en estudios teológicos a William Ware, uno de los apasionados defensores de la Inmaculada Concepción. Tiempo después Escoto sucedió a su maestro en la cátedra de Oxford y allí comenzó a defender la norma inmaculista.
Es así como el primero que llamó la atención general sobre la Inmaculada Concepción y se ganó el respeto de muchos fue, por tanto, Escoto.
Sobre la influencia que Escoto tuvo en el triunfo de la doctrina de la Inmaculada Concepción, se cuenta el relato de una maravillosa disputa suya sostenida en París por orden de la Santa Sede.
Asimismo, Bernardino da Bustis, en el Oficio que compuso en honor de María Inmaculada, aprobado por Sixto IV en 1480 y se puede reflejar en los textos citados por el medio.
“Hubo un tiempo en que ciertos religiosos se volvieron tan feroces contra la Inmaculada Concepción que llamó herejes a los frailes de la Orden de Menores, porque en su predicación afirmaban que la Madre de Dios fue concebida sin pecado. Sobre este tema, por orden de la Sede Apostólica, se celebró una disputa pública en el estudio de París (Sorbona). Los acusadores antes mencionados intervinieron con un número incluso extraordinario de sus médicos. Pero N. Lord, para proteger la dignidad de su querida Madre, de repente asignó a Escoto a aquella ciudad como eminente doctor de la Orden de Menores, y él, habiendo refutado todos los fundamentos y argumentos de su adversario con razonamientos inequívocos, la hizo brillar con tanta luz la santidad de la concepción de la Virgen, que todos aquellos frailes, llenos de admiración por su sutileza, se cerraron en silencio y cesaron en la disputa. En consecuencia, el dictamen de los Menores fue aprobado por el estudio de París. Por eso Escoto fue llamado el Doctor Sutil".
De acuerdo con lo recapitulado, la disputa tuvo lugar a finales de 1307-1308. Se cuenta que Escoto habría llegado entonces expresamente a París desde Oxford. Mientras Escoto se dirigía al lugar a un acto de discusión, se postró ante una estatua de la Virgen que se encontraba en su camino, y dirigió esta oración a ella: “Para dignificarte, para alabarte, Virgen santa: dame valor contra tus enemigos”. Cuenta la leyenda aérea que la estatua de La Virgen inclinó la cabeza.
Una vez iniciada la disputa, los adversarios lanzaron sobre Escoto una verdadera lluvia de argumentos y este los escuchó a todos con gran atención. Tras terminar él comenzó a refutar. Se resume en: “Dios pudo preservar a María del pecado: era conveniente que lo hiciera: por eso lo hizo. Potuit, decuit, ergo, fecit”
Duns Scoto murió el 8 de noviembre de 1308. Fue honrado durante mucho tiempo como Beato por la Orden de los frailes menores franciscanos, así como en las arquidiócesis de Edimburgo y Colonia.
Sin embargo, las disputas sobre la Inmaculada Concepción de María continuaron hasta el Papa Pío IX, quien para zanjar este entredicho la definió como dogma con la bula “Ineffabilis Deus”.
" [...] Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho”.
No obstante a la declaración del Dogma, fue muy importante la devoción privada y la propensión de Giovanni M. Mastai Ferretti ciertamente tuvieron su parte en la determinación que parece haber asumido Pío IX, en el momento en que sintió la tiara pontificia en su frente, de poner fin a la controversia teológica secular y de definen la Inmaculada Concepción.