Cultura
La librería venezolana que tiene a la venta 3 millones de textos
El lugar cuenta con más de cuarenta años de existencia y goza de gran popularidad entre la intelectualidad venezolana
9 de enero de 2024
Cultura.- Estación tras estación, cada uno de los sonidos se pueden sentir con claridad en los vagones; los rieles que vibran con la velocidad del tren, el eco en los túneles y el pitido que anuncia el cierre de las puertas. La gente, absorta en sus pensamientos, mira a la nada mientras forma parte de la desenfrenada rutina caraqueña, que no cesará ni siquiera cuando lleguen a su destino.

Después de un difuso viaje subterráneo, el tren se detiene en la estación Chacaíto. La multitud se agolpa a ambos lados de las puertas; es hora pico. Los amplios pasillos del lugar se congestionan rápidamente y en las escaleras hay una constante pugna por abrirse paso. Una vez afuera, el Bulevar de Sabana Grande recibe a los transeúntes con su inconfundible ebullición de gente yendo y viniendo de un lugar a otro.

A unos doscientos metros en dirección oeste, se puede llegar a la avenida Las Delicias, donde la efervescencia social ya no es tan pronunciada. Y allí, como escondido en el extremo norte de la calle, se encuentra un pequeño local que no aparenta ser más que una modesta librería.
 
Sin embargo, una vez adentro, un angosto pasillo atestado de libros se extiende, sorpresivamente, más de veinte metros hacia el corazón del lugar. Algunas luces tenues desvelan una atmosfera única e intensa y con cada paso aumenta el olor a polvo, a libros usados, a madera antigua y a cultura, que en realidad es una mezcla de todas las anteriores.

Luego de haber dejado lo suficientemente atrás la luz proveniente de la entrada, una pequeña sala de estar irrumpe en el camino. Se escucha música proveniente de un tocadiscos; probablemente una famosa banda inglesa de la década de los sesenta. También hay algunas sillas, una mesa, un estante y otro sinfín de pasillos repletos de libros que invitan a los clientes a perderse sin retorno en su mundo. Así transcurren, juntas, la vida y la literatura en “La Gran Pulpería de Libros Venezolanos”.



Más de cuarenta años de tradición

El origen de este exótico lugar capitalino se encuentra en el ya remoto año de 1981. Por aquel entonces, Rafael Ramón Castellanos Villegas, quien llegó a ser cónsul en Colombia y tomar parte importante en los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins, decidió fundar una nueva librería —tras dos intentos anteriores— en el conocido Pasaje Zingg.

Castellanos ya tenía una buena cantidad de libros almacenados, que había adquirido durante sus viajes diplomáticos por toda Latinoamérica. Era un hombre apasionado por la cultura y acumulador de todo aquello que tuviese valor literario, lo que lo llevó a crear un primer inventario con títulos exóticos, provenientes de los sitios más recónditos de la región. Así nació la “Gran Pulpería de Libros Venezolanos”, con un total de 800 mil ejemplares a disposición de los lectores caraqueños.

Sin embargo, tras la fundación del lugar, Castellanos no cesó su apetito voraz por consumir y coleccionar piezas literarias. Era capaz de leer un texto de 300 páginas en una sola noche, y con ese mismo ímpetu siguió trayendo libros al local durante las ajetreadas jornadas capitalinas. Compraba bibliotecas enteras a historiadores, políticos y escritores de la época. Finalmente, el tiempo reveló un obstáculo inevitable: los 280 metros cuadrados de la pulpería comenzaban a ser insuficientes.

Casi dos décadas habían pasado para cuando Rafael tomó la decisión de mover su librería de lugar. Habló entonces con Rómulo, uno de sus hijos, y le pidió que le ayudase en la tarea de conseguir un local más espacioso que pudiera albergar la esencia de la pulpería.



Un día perdido del año 2000, mientras Rómulo recorría el convulso Bulevar de Sabana Grande, encontró un rincón que llamó inmediatamente su atención. Era un pasillo estrecho que se extendía hacia una amplia galería. Al recorrer el sitio, pudo imaginar con facilidad la disposición de los estantes y los libros que serían distribuidos allí con maestría. Pocos minutos bastaron para convencerse a sí mismo: acordó una cifra de alquiler con el propietario y salió corriendo a avisarle a su padre. Ambos comenzaron, entonces, una mudanza de proporciones homéricas.

Trasladar los más de 800 mil ejemplares del Pasaje Zingg al Bulevar de Sabana Grande les llevó seis meses. En total, fueron necesarios 120 viajes de camiones modelo “Ford F-350” repletos hasta arriba de libros. Para evitar mayores pérdidas, la familia Castellanos mantuvo abiertas ambas librerías, mientras los vehículos cargados iban de un lugar a otro.

Una parada obligatoria para la cultura

Una vez consolidado en la nueva sede, la popularidad del lugar creció a un ritmo tan acelerado como su inventario. Los máximos representantes de la intelectualidad caraqueña visitaban el sitio con frecuencia para perderse en sus pasillos durante horas, escudriñando en anaqueles minados de textos inusuales.

Tan grande y exótico era el registro de la librería, que llegaron a contar con textos de cientos de años de antigüedad. “Tuvimos unos cantos gregorianos del siglo XV escritos a mano; ese era un libro muy interesante, de grandes dimensiones y bastante pesado. También estuvo aquí la primera edición de los Documentos para la Vida Pública del Libertador, publicada en 1826”, recordó Rómulo con orgullo.

El número total de ejemplares creció tanto, que contarlos se convirtió en una tarea imposible. La solución que encontró la familia Castellanos fue hacer un cálculo de cuántos títulos había, en promedio, en un metro cuadrado de estantería y hacer una medición de todas las bibliotecas en total. La cifra que arrojó esta tarea fue de 3 millones de libros.



La pulpería moderna

Tras haber vivido una vida digna de una obra literaria, Rafael Castellanos falleció en el 2019, a los 87 años de edad. El sucesor en la dirección del negocio fue su hijo Rómulo, el mismo que le ayudó a conseguir el lugar de Sabana Grande en el que la pulpería se asienta hoy en día.

En la actualidad, la Gran Pulpería de Libros Venezolanos, se autodenomina como la librería más numerosa y de mayor diversidad de todo el país. Por su parte, el equipo dirigido por Rómulo ya comenzó un inventario más formal para dar con el número exacto de títulos que tienen en sus manos.

Decenas de personas los visitan a diario; algunos para hacer compras exóticas y otros sencillamente para naufragar en sus pasadizos. Igualmente, se han ido modernizando poco a poco, con una evidente apertura hacia las redes sociales para traer a un público cada vez más joven. Sin embargo, su director asegura que la mayor dificultad que han afrontado estos años es que la esencia de la pulpería no son las compras en sí, sino la experiencia de estar dentro de ella, y eso es difícil de plasmar en una publicación de Instagram

Y así pasa sus días Rómulo, recorriendo la infinita estantería del lugar, acompañado por sus jóvenes empleados. Mueven y anotan libros, se suben a escaleras para reordenar las altas repisas y penetran en pasillos oscuros, envueltos por la magia de la pulpería, mientras Rafael, desde su realidad, los admira sentado en la pequeña sala de estar, orgulloso del enorme legado que dejó en su paso por el mundo.
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VÍA Ángel Torres
FUENTE Editoría de Notitarde