El festival, el más importante de Latinoamérica, apostó este año por un cartel que atrae mayoritariamente a un público joven, con muchos cantantes de música urbana, lo que obliga a los humoristas a renovar sus chistes y encajar con los nuevos oyentes.
"Hay comediantes que trabajan desde hace muchos años y siguen con los mismos chistes sobre la suegra, el físico o el maltrato. Hay que cambiar el chip y adaptarse a los nuevos tiempos. Un comediante debe estar renovado, con temáticas más actuales", señaló a EFE Caroline Valenzuela, asistente del festival.
Javiera Montenegro, otra asistente, cree sin embargo que las nuevas generaciones son más "empáticas" con los humoristas: "Otros años ha habido personas más mayores y el monstruo se comió a varios artistas", dijo a EFE.
El miedo a no conectar con el público estuvo detrás precisamente de una de las polémicas previas al festival: el comediante chileno Yerko Puchento suspendió su participación cuando la banda mexicana Maná se cayó del cartel y fueron reemplazados por la artista juvenil argentina Tini Stoessel.
Tanto Maná como Puchento tienen un público, por lo general, mucho más adulto que Tini y el cambio de cartel suponía para el humorista enfrentarse a un "monstruo" muy distinto al esperado cuando aceptó actuar en la Quinta Vergara.
Al ser un espectáculo televisado, el festival se ciñe a límites de tiempo bastante estrictos y los presentadores a menudo deben cortar las actuaciones de grandes artistas.
El "monstruo" no solo se manifiesta cuando se aburre, sino también cuando quiere seguir escuchando a sus cantantes favoritos.
De la Fuente era el responsable del festival cuando en 2005 los presentadores cortaron la actuación de la banda española de La Oreja de Van Gogh y el público reclamó de manera abrumadora.
"Pasaron 20 minutos bramando y no estaban dispuestos a parar. Los conductores intentaban calmar el ambiente, pero los asistentes no hacían caso", recordó.
De la Fuente llamó personalmente al grupo y les suplicó que volvieran al escenario, aunque ya no tuviesen ningún instrumento enchufado, para que cantaran a capela su canción más famosa, "Rosas", y calmasen al "monstruo".
"La Quinta Vergara entera se vino abajo. Tanto que a uno de los componentes de La Oreja de Van Gogh lo enfocaron con lágrimas en los ojos", señaló.
Pese a su dureza, el "monstruo" también es una audiencia que agradece el buen trabajo: "El público chileno no es nada fácil -concluyó De la Fuente-, pero cuando un artista se lo gana, lo hace para siempre".