Lo halló su última novia, Ginger Alden, que tenía sólo 20 años, a quien había conocido poco antes, cuando la chica acompañó a su hermana, consagrada Miss Tennessee, a Graceland. Ella despertó cerca de las 2 de la tarde y notó su ausencia en la cama. Sin levantarse, lo llamó desde allí, pero al no tener respuesta, decidió buscarlo.
Dentro de la magnífica mansión de Memphis, el baño en particular se destacaba por su amplitud y luminosidad, así como por los lujosos muebles que lo adornaban: una bañera de tres metros de diámetro, un televisor y un inodoro que parecía un trono negro con detalles en oro. Fue lo último que vio Elvis.
Cuando vio el cuerpo, Ginger soltó un grito por la impresión. Golpeó su espalda y trató de reanimarlo, pero fue en vano. El guardia de seguridad, alertado por el grito, llegó corriendo al lugar, pero el peso del hombre dificultó sus intentos por voltearlo. Con la ayuda de otros dos, finalmente lograron girar su cuerpo.
Vernon, el padre de Elvis, un hombre mayor de más de 70 años, estaba apoyado contra una pared y lloraba en silencio mientras se despedía de su hijo. Mientras tanto, Lisa Marie, la hija de 9 años, lloraba la pérdida de su padre en un rincón, ocultando su cara entre las piernas.
Unos 10 minutos después, un médico llegó al lugar y decidió trasladar al hombre a un hospital, a pesar de la evidente futilidad de la situación. Colaboraron para llevar a Elvis hasta la ambulancia que se aproximaba, pero ya era demasiado tarde para salvarlo. El Rey había muerto.
El ocaso
La leyenda del rock vivió sus últimos años en medio de una espiral descendente, marcando un compás de decadencia y nostalgia. En este período final, cada año parecía fundirse con el anterior en una secuencia de desgaste constante.
Discos decepcionantes y presentaciones en vivo erráticas dejaban al público anhelando la grandeza que solía caracterizarlo. No obstante, el reflejo más doloroso de esta caída se encontraba en su propia imagen, un cuerpo ya frágil que, en cada aparición pública, mostraba signos inequívocos de deterioro.
En la década de 1970, el Elvis que emergía en el escenario era una parodia de sí mismo, una sombra grotesca de su antiguo esplendor. Sus características patillas, el exceso de peso y los atuendos extravagantes se combinaban para formar una imagen que contrastaba amargamente con su genialidad pasada. Este último período, tan lejano de su fama inicial, contrastaba con su juventud, resaltando un aspecto que se aferraba a su genio como un espejismo distorsionado.
En 1969 tuvo una efímera resurrección cautivando a su audiencia con icónicas presentaciones en Las Vegas, un regreso triunfante de un período de opacidad artística. Pero fue un espejismo que se desvaneció en apenas un año. 1970 marcó el inicio de un declive imparable.
Inicialmente, sus fallos en el escenario pasaron desapercibidos. Sin embargo, con el tiempo, las críticas se filtraron en las reseñas, exponiendo las grietas en su aparente resplandor. Mientras tanto, en el estudio de grabación, sus producciones carecían de brillo. Álbumes como “Having fun with Elvis on stage” eran recopilaciones insípidas de sus divagaciones entre canciones en el escenario, desprovistas de gracia o sentido.
Sus movimientos en el escenario, una vez llenos de energía, se convirtieron en una caricatura. Incluso sus improvisados intentos de demostrar habilidades en artes marciales se volvieron incoherentes, a menudo resultando en incidentes como el desgarro de su pantalón debido al aumento de peso. A pesar de esto, momentos brillantes de su esencia artística aún emergían de manera intermitente, recordando a la audiencia la grandeza que había perdurado en su pasado.
Sorprendentemente, a pesar de su decadente estado físico, Elvis seguía irradiando una sexualidad magnética que atraía a las masas. Su traje blanco, cada vez más ajustado, parecía desafiar las leyes de la estética convencional, recordando a todos que, a pesar del declive, seguía siendo el inigualable Rey.
A medida que las quejas y las críticas arremetían contra sus actuaciones, Elvis parecía inmune a la creciente ola de descontento. Había desconectado de su público y de su entorno, sumergiéndose en una bruma de confusión y pensamientos fragmentados, influenciado por el uso de calmantes y sustancias.
Durante estos años, gran parte de su tiempo transcurría en su mansión de Memphis, Graceland. Entre la lectura de textos espirituales y la observación pasiva de varios televisores a la vez, esperaba las giras, las grabaciones y las temporadas en Las Vegas. Este capítulo de su vida estaba marcado por una profunda soledad que contrastaba de manera asombrosa con su fama global.
Aunque su declive era evidente para todos, su entorno, la “Memphis Mafia”, le brindaba cierta engañosa compañía. Amigos antiguos, guardaespaldas, familiares y personas oportunistas orbitaban a su alrededor, aprovechando su renombre y fortuna a cambio de entretenimiento y, ocasionalmente, música.
Sin embargo, sus hábitos alimenticios eran un claro símbolo de autodestrucción. Consumía más de 10,000 calorías diarias, acompañadas de varios litros de gaseosa. Sus sandwiches favoritos eran auténticas bombas calóricas, con ingredientes excesivamente indulgentes que resaltaban su estilo de vida autodestructivo. El favorito se llamaba Fool’s Gold Loaf: dos panes gigantescos untados con un frasco de manteca de maní, otro de mermelada de arándanos y en el medio varios cientos de gramos de panceta.
El ritmo diario de Elvis comenzaba en la tarde, marcado por un despertar a las 4 PM. Sumido en un eterno jet lag, su día estaba lleno de excesos y pocas actividades productivas. Su último día es un reflejo sombrío de su estilo de vida caótico: visitó al dentista tarde en la noche, jugó al racquetball al amanecer y luchó por encontrar el sueño en medio de una lluvia de medicamentos.
Vivir y morir en medio del caos
En 1976, su círculo cercano despidió a tres de sus guardaespaldas. Uno de ellos, Red West, había sido amigo, compañero de escuela y colaborador desde sus inicios. Sus motivos de despido nunca se esclarecieron, aunque la memoria colectiva se apunta hacia las tensiones en su estilo de vida autodestructivo y la negativa de ellos a ser complaciente con ello.
En medio de estos conflictos, la “Memphis Mafia” tomó represalias. A través de un periodista, dieron vida a un libro, “Elvis: What Happened?”, que reveló oscuros detalles de la vida del cantante. Aunque inicialmente rechazado por los fans, el libro se convirtió en un best seller después de la trágica muerte de Elvis. El público buscaba comprender los oscuros secretos detrás de la icónica figura que una vez dominó la música y la cultura popular.
La muerte de Elvis Presley, un 16 de agosto de 1977, conmovió al mundo. Su cuerpo sin vida fue descubierto en su mansión, Graceland. Las multitudes se congregaron, recordando su legado y su influencia duradera en la música. Las escandalosas imágenes de Elvis en su ataúd impresas en la portada del tabloide National Enquirer llevaron al público a reflexionar sobre su vida y legado de maneras inesperadas.
Los medios sensacionalistas buscaron capitalizar la tragedia. El National Enquirer lideró la carrera por la atención del público, publicando una imagen de Elvis en su ataúd, una instantánea que generó ventas récord para el diario. Además, el tabloide obtuvo una exclusiva con la última novia de Elvis, Ginger Alden, aunque las negociaciones y la publicación no cumplieron con las expectativas originales.
La causa oficial de su muerte fue declarada como una arritmia cardíaca. Sin embargo, las revelaciones posteriores revelaron un panorama mucho más complejo. Elvis sufría de múltiples problemas de salud, como estreñimiento, hipertensión, diabetes y problemas hepáticos, todos atribuidos en gran medida a su estilo de vida insalubre.
El entorno de Elvis hizo desaparecer evidencia incriminatoria de su hogar antes de la llegada de los investigadores. Las drogas, que habían sido una constante en su vida, estaban presentes en niveles alarmantes. Su médico personal había recetado más de 8,000 pastillas en su último año de vida, y su cuerpo reveló rastros de 14 medicamentos diferentes en cantidades desproporcionadas.
Elvis está vivo
La muerte del Rey abrió la puerta a teorías conspirativas y rumores persistentes sobre su desaparición. Aunque oficialmente falleció, un segmento considerable de la población se negó a aceptar su partida. Se afirmaba que Elvis seguía vivo, escondiéndose de la fama y viviendo una vida tranquila en el anonimato. Cada rincón remoto del mundo fue considerado un posible refugio para el “Rey del Rock”.