, lo que podría conducir al levantamiento de algunas sanciones. Tal resultado sería un golpe para la oposición de Venezuela y su deseo de ver a Maduro destituido del poder. Estados Unidos debería avanzar de todos modos.
. También podría abrir una brecha entre Venezuela y su principal patrocinador, Rusia. Los pasos para aliviar las sanciones de Estados Unidos contra Caracas enfrentarán una fuerte resistencia política de los legisladores de ambos partidos, quienes ya han criticado al presidente Joe Biden por comprometerse con Maduro. Sin embargo, una política realista que enfatice la reforma política gradual, en lugar de la esperanza ilusoria de un cambio de Gobierno, no solo promovería los intereses estratégicos de EE. UU. sino también las aspiraciones de los propios venezolanos.
Si bien aún se encuentra en sus primeras etapas, la apertura de Biden a Caracas representa un cambio significativo. El expresidente Donald Trump impuso sanciones a Maduro, su familia y gran parte de su círculo íntimo, y bloqueó las compras de la compañía petrolera estatal de Venezuela, Petróleos de Venezuela SA.
Sin embargo, hay pocas señales de que esta campaña de “máxima presión” haya debilitado el control del poder por parte de Maduro. El mandatario ha buscado una asociación estratégica con Rusia, que ha proporcionado equipo militar, ganancias de las ventas de petróleo e inversiones en el sector energético del país, a cambio de permitir que Rusia despliegue buques de guerra con capacidad nuclear en los puertos venezolanos.
Pese a ello, ese trato ahora puede estar en peligro: las sanciones occidentales impuestas al Kremlin por su invasión de Ucrania han impedido que el gobierno de Maduro acceda a los fondos retenidos en los bancos rusos. Eso proporciona una oportunidad para los EE. UU.
A cambio de la interrupción de la cooperación militar de Venezuela con Rusia, la administración Biden debería renunciar a algunas sanciones contra Caracas para permitir que el país importe equipos para mejorar las instalaciones de producción y reanudar la venta de petróleo a los EE. UU. A corto plazo, el suministro venezolano adicional tendrá un efecto insignificante impacto en los precios mundiales del crudo, que ya han comenzado a caer. En suposiciones optimistas, Venezuela podría aumentar la producción a 1,5 millones de barriles por día para fines de año si se alivian las restricciones, casi el doble de su producción actual. Incluso un repunte más modesto en la oferta ayudaría a las refinerías de EE. UU. a compensar la pérdida de las importaciones de petróleo ruso y potencialmente limitaría los picos a corto plazo en los precios de la gasolina al consumidor.
Biden debería tener los ojos claros sobre el riesgo moral de hacer negocios con un autoritario como Maduro. Los pasos adicionales hacia la normalización deben estar condicionados a la voluntad de Venezuela de acelerar las reformas económicas orientadas al mercado y continuar las negociaciones con la oposición para permitir mayores libertades políticas.
Derrocar a Maduro era un objetivo defendible en un momento de relativa estabilidad, pero el entorno estratégico ha cambiado. El compromiso con el Gobierno venezolano es fundamental para proteger los intereses fundamentales de Estados Unidos y contener la influencia rusa en el hemisferio occidental. Biden debería apuntar a una política que equilibre las necesidades económicas y de seguridad con un compromiso con los valores democráticos, y proporcionar un camino hacia una relación más productiva con Venezuela. (Bloomberg)
