Nepal, un país de 29 millones de habitantes, alberga ocho de las 14 montañas más altas del mundo, incluido el Everest, y sus hermosos paisajes escarpados lo convierten en un popular destino turístico para los senderistas.
Pero este terreno puede ser difícil de surcar desde el aire, sobre todo con mal clima, y las cosas empeoran por la necesidad de utilizar aviones pequeños para acceder a las zonas más remotas y montañosas del país.
Las aeronaves con 19 plazas o menos tienen más probabilidades de sufrir accidentes debido a estos problemas, según el informe de la Autoridad de Aviación Civil.
La capital, Katmandú, es el principal centro de tránsito de Nepal, desde donde parten muchos de estos pequeños vuelos.
El aeropuerto de la ciudad de Lukla, en el noreste de Nepal, es considerado a menudo el aeropuerto más peligroso del mundo. Conocido como la puerta de entrada al Everest, la pista del aeropuerto está dispuesta en un acantilado entre montañas, cayendo directamente a un abismo al final.
La falta de inversión en las aeronaves obsoletas no hace sino aumentar los riesgos del vuelo.
En 2015, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), un organismo de la ONU, dio prioridad a ayudar a Nepal a través de su Asociación de Asistencia para la Implementación de la Seguridad Aérea. Dos años después, la OACI y Nepal anunciaron una asociación para resolver los problemas de seguridad.
Aunque en los últimos años el país ha mejorado sus normas de seguridad, sigue habiendo problemas.
En 2016, un vuelo de Tara Air se estrelló mientras realizaba la misma ruta que la aeronave accidentada este domingo. Ese incidente involucró a un avión Twin Otter recientemente adquirido que volaba en condiciones despejadas.
A principios de 2018, un vuelo de US-Bangla Airlines de Dhaka a Katmandú se estrelló al aterrizar y se incendió, matando a 51 de las 71 personas a bordo.
Y en mayo de 2022, un vuelo de Tara Air con 22 personas a bordo se estrelló contra una montaña a una altitud de unos 14.500 pies.