Internacional
Secuestrada 18 años por su violador con el que tuvo dos hijas
Cuando la encontraron y pudieron identificarla, Jaycee Lee Dugard tenía 29 años y se parecía muy poco a la niña de 11
26 de agosto de 2023
Internacional.- —“Mamá, soy yo, Jaycee”, escuchó decir del otro lado del teléfono la señora Terry Probyn a una voz de mujer que no reconoció.

— “No me hagas esto. No es gracioso”, respondió Terry, que a lo largo de los años había recibido muchas llamadas como esa, bromas de mal gusto que la hacían estallar.

— “No, mamá, soy yo, Jaycee, de verdad”, insistió la voz.

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Cuando la encontraron y pudieron identificarla, Jaycee Lee Dugard tenía 29 años y se parecía muy poco a la niña de 11 cuya foto sonriente había saturado primero las calles del tranquilo pueblo rural de Meyer, en el Estado de California, y luego las listas de personas desaparecidas en Estados Unidos.

Durante dieciocho años había vivido a solo 240 kilómetros del lugar de su secuestro, primero esposada a una cama, después encerrada sin poder salir y finalmente moviéndose con cierta libertad por las calles de Antioch pero presa de otras cadenas, las psicológicas producidas por casi dos décadas de abusos, que le impedían siquiera decir su verdadero nombre.

Durante todo ese tiempo la policía pudo haberla encontrado decenas o quizás centenares de veces, una cifra que se calcula solo repasando la cantidad de ocasiones en que los agentes visitaron la casa donde la tenían secuestrada para monitorear al convicto que vivía allí, beneficiado por una libertad domiciliaria cuando cumplía una pena por violación.

Más de una vez, en esas visitas, vieron a una niña – y luego a una adolescente – de pelo rubio y actitud sumisa, que el secuestrador – si le preguntaban – decía que era la hija de su hermano que estaba de visita.

Con el paso del tiempo, tampoco repararon que las dos niñas que el violador con domiciliaria y su mujer presentaban como propias, cuando en realidad se parecían mucho a la joven rubia y no a la supuesta madre.

Sin esposas en las muñecas, pero siempre encadenada mentalmente, Jaycee estaba repartiendo folletos religiosos junto a su secuestrador – devenido pastor - en la Universidad de Berkeley, donde finalmente la encontraron.

Y no fue la policía la que la descubrió y la rescató allí, el 26 de agosto de 2009, sino una asistente social de mirada aguda que notó algo raro en su comportamiento.

A la vista de todos

Jaycee fue secuestrada la mañana del 10 de junio de 1991, a plena luz del día, cuando caminaba hacia la parada del ómnibus escolar, en la esquina de su casa. La nena era una de las pocas caras nuevas que había en Meyers, donde vivía con su familia desde hacía menos de un año.

La familia de Jaycee, formada por ella, su madre, Terry, su padrastro, Carl, y su media hermana pequeña Shayna, se había mudado allí en busca de un ambiente tranquilo en el que las niñas pudieran crecer seguras y sin violencia.

Por eso habían abandonado Arcadia para establecerse en Mayer, pueblecito rural situado también en el estado de California al que llegaron en septiembre de 1990, justo para que Jaycee pudiera empezar las clases.

Y vivieron tranquilos hasta esa mañana. Terry había salido temprano a su trabajo en una industria gráfica y Carl se ocupó de darles el desayuno a las chicas. Minutos antes de la hora en que debía pasar el ómnibus escolar, Jaycee salió de la casa para ir hasta la parada, mientras Carl la vigilaba desde la ventana. Siempre lo hacía, la veía caminar hasta la esquina y seguía allí, mirando, hasta que la veía subir al ómnibus con otros chicos del barrio.


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VÍA NT
FUENTE Con información de Infobae