El Post reveló cómo la banda venezolana, que estableció una sangrienta red criminal en toda Sudamérica, está ahora replicando sus métodos en Nueva York, reclutando entre los nuevos migrantes en los albergues para crear bandas de robo de teléfonos móviles – y utilizando su alcance internacional para traficar con los teléfonos para ser vendidos en Colombia.

Ahora Morales advierte de que esta, la MS-13 y otras bandas podrían convertirse en aliados temporales, y afirma que el FBI está compartiendo activamente información de inteligencia sobre el Tren de Aragua.

«Aunque estas bandas normalmente no se mezclan, siempre va a ser una preocupación a medida que la banda [Tren de Aragua] se hace más fuerte y establece un punto de apoyo», dijo Morales en una entrevista exclusiva con The Post.

«En este momento estamos trabajando con nuestros socios locales de aplicación de la ley y compartiendo inteligencia para detener el crecimiento del Tren de Aragua».

Los miembros de las bandas suelen pasar por ciudades fronterizas, como El Paso, en ruta hacia otras partes de EE.UU., dijo Morales.

Los agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron a 41 miembros de Tren de Aragua a lo largo de la frontera sur de EE.UU. entre octubre de 2022 y septiembre de 2023 – y el FBI está ahora suplicando a los migrantes venezolanos que denuncien a los miembros de la banda, ofreciéndoles protección de testigos y visados temporales si lo hacen.

«Sus primeras víctimas son sus compatriotas venezolanos», dijo Morales, y añadió que la banda intenta reclutar nuevos miembros entre su propia comunidad de inmigrantes.

Extorsionan a los venezolanos exigiéndoles que paguen sobornos a cambio de protección e incluso para cruzar la frontera de Venezuela a Colombia y de México a Estados Unidos, dijo.

El Tren de Aragua ha aprovechado la explosión de la migración venezolana para cruzar la frontera sur. El año pasado se produjeron más de 340.000 «encuentros» con migrantes de ese país en la frontera, lo que los sitúa en segundo lugar después de los mexicanos.

La MS-13, creada entre emigrantes salvadoreños en Los Ángeles en la década de 1980, cuenta en la actualidad con más de 10.000 miembros y está estrechamente vinculada a los cárteles de la droga mexicanos.

Sus líderes, muy tatuados, han utilizado tácticas brutales, especialmente en Queens y Long Island, donde los miembros de la MS-13 protagonizaron una sangrienta ola de crímenes que culminó con el asesinato en 2017 de Julio Vásquez, de 16 años, que recibió 30 puñaladas y estuvo a punto de ser decapitado.