John Perkins: EE.UU. tiene que "dejar de explotar a América Central y del Sur"
Ecuador, que tenía mucho petróleo y carecía de electricidad en gran parte de su territorio, no era una excepción
Internacional.- En los años 60 y 70, los grandes proyectos de infraestructura, como los sistemas eléctricos, beneficiaban principalmente a los ricos, a los dueños de grandes industrias y grandes empresas. Personas como John Perkins, que era economista jefe de una importante consultoría en Estados Unidos, tenían ante sí la tarea de identificar a los países con recursos que necesitaban las corporaciones estadounidenses y de conseguir enormes préstamos para esas naciones, que se utilizarían para contratar compañías de EE.UU. que desarrollarían allí los respectivos proyectos.
"En todos estos países en los que trabajé, la mayoría de la población sufría. Se desviaba dinero de la sanidad, de la educación y de otros servicios sociales para pagar los intereses de los préstamos", recuerda Perkins durante su participación en el nuevo episodio de "Conversando con Correa", el podcast del expresidente ecuatoriano Rafael Correa.
Ecuador, que tenía mucho petróleo y carecía de electricidad en gran parte de su territorio, no era una excepción.
La mano tendida desde EE.UU. trajo prosperidad a los ecuatorianos ricos, a las industrias y empresas internacionales que operaban allí construyendo fábricas. Sin embargo, llegaba un momento en que, "al final, el país no podía pagar el préstamo principal" y era entonces cuando los 'sicarios económicos' imponían condiciones que no hacían más que "ayudar al imperio estadounidense a expandirse y apoderarse del mundo, básicamente", explica el economista.
Economía de muerte
"Por lo general, el préstamo lo concedía el Banco Mundial y entonces volvíamos bajo la apariencia del Fondo Monetario Internacional y creábamos condiciones para mejorar la situación del préstamo para ayudar al país a reducir su deuda o facilitar el pago. Pero esas condiciones normalmente incluían insistir en que el país vendiera sus recursos (petróleo en el caso de Ecuador o minerales en otros países) a un precio muy bajo a nuestras empresas, a Texaco, por ejemplo", resume Perkins.
"Otra condición podría ser privatizar sus empresas del sector público y venderlas a nuestros inversores. En cada país se hacía de una manera diferente", recuerda. También podían acordarse otras condiciones, como dar permiso para la construcción de una base militar estadounidense en el territorio del país endeudado o respaldar a Washington en una votación contra Cuba ante las Naciones Unidas.
"En realidad, lo que hice como 'sicario económico' fue crear lo que nosotros, los economistas de hoy, llamamos economía de muerte, un sistema económico que se está consumiendo y contaminando a sí mismo para llegar a la destrucción", confesó Perkins.
"Tenemos que transformar esto en lo que llamamos la economía de vida, un sistema económico que pague a la gente por extraer el plástico que flota en los océanos, por limpiar la contaminación que hemos causado, por crear nuevas tecnologías", concluye. En este sentido, cree que "América Latina puede desempeñar ahora un papel importantísimo en su economía de vida", pues ya posee muchos recursos necesarios para ello.