Desde su regreso a la Casa Blanca el 20 de enero pasado, Trump ya impuso tarifas del 10 % a todas las importaciones desde China, medida que se aplicará hasta conseguir "la plena cooperación del Gobierno chino en la lucha contra el fentanilo".
En respuesta, Pekín decidió imponer tarifas del 15 % al carbón y al gas natural licuado de EE.UU. y del 10 % al petróleo, maquinaria agrícola, automóviles con motores de gran cilindrada y camionetas procedentes del país norteamericano. "Las medidas que ha tomado China son las necesarias para salvaguardar nuestros derechos e intereses legítimos", comentó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Lin Jian.
Trump también anunció impuestos del 25 % para los productos de México y los no energéticos de Canadá, aunque su puesta en práctica fue postergada por un mes tras negociar acuerdos con los gobiernos de ambos países.
En este contexto, la ministra de Exteriores canadiense, Mélanie Joly, durante su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich, calificó a los aranceles como "una amenaza existencial, porque se traducirían en la pérdida de centenares de miles de empleos".
Aluminio y acero
Asimismo, el 12 de marzo comenzará a regir en EE.UU. un arancel del 25 % para todas las importaciones de acero y aluminio, que se sumarán a las tasas existentes sobre los metales. De esta manera, dejarán de tener vigencia las excepciones que beneficiaban a Canadá, México, la Unión Europea y Argentina, entre otros productores.
Respecto de la Unión Europea, Trump la definió como un socio comercial "muy difícil". "Atacan a nuestras empresas a niveles que nadie ha visto nunca, se aprovechan de muchas cosas. Así que no estamos contentos", manifestó el pasado jueves.
En respuesta, el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, advirtió sobre las posibles "contramedidas": "Evidentemente, no debemos tener ningún reparo a la hora de defender nuestros intereses, y, repito, a nadie le interesa entrar en un conflicto comercial con la UE".