El sumo pontífice estuvo internado en el hospital Gemelli desde el 14 de febrero por una bronquitis asmática, pero los médicos descubrieron una neumonía bilateral unos días después. El 28 sufrió un broncoespasmo y eso complicó la situación. “Todos sabíamos que no había otro remedio que tomar el camino de intentarlo todo”.
El cirujano aseguró que el enfermero de confianza del Papa, Massimiliano Strapetti, nombrado asesor personal sanitario por Bergoglio, pidió que intenten todo y no se rindan: “Y nadie se rindió”.
Fiel al carácter del Papa, pidió a sus médicos que siempre le digan la verdad sobre sus condiciones de salud. “Durante días corrimos el riesgo de dañar los riñones y la médula ósea, pero seguimos adelante: después el organismo respondió a los tratamientos y la infección pulmonar mejoró”, expresó.
En diálogo con Corriere della Sera, diario italiano, reveló el peor momento de Francisco: “Estábamos saliendo del momento más duro. Pero mientras el Papa comía vomitó y aspiró. “Que el segundo momento crítico porque en estos casos si no se rescata con prontitud al paciente existe el riesgo de muerte súbita”.
“De complicaciones en los pulmones, que ya eran los órganos más comprometidos. Fue terrible, creímos que no lo lograríamos. Cuando en el momento más difícil me tomó la mano durante unos minutos, como buscando consuelo”, agregó.
Y detalló sobre los cuidados: “Hay prescripciones que se deben observar, como por ejemplo evitar el contacto con grupo de personas o con niños que pueden ser vehículos de nuevas contaminaciones”.