Internacional
Sor Geneviève, la monja amiga del Papa, visita nuevamente el féretro de Francisco y le ha enviado un beso con la mano (+Video)
A su lado estaba la exuberante y simpática Laura Esquibel, de Paraguay: “Fui la primera transexual en darle la mano al Papa Francisco"
25 de abril de 2025
Internacional.- Sor Geneviève Jeanningros, la monja francesa amiga del Papa que le llevó a conocer a las comunidades marginadas de Roma, acudió este viernes por cuarta vez a la basílica de San Pedro y acompañada de una transexual paraguaya para despedirse definitivamente de Francisco.

La imagen de la monja de 81 años, de la orden de las Hermanitas de Jesús, dio la vuelta al mundo el pasado miércoles cuando decidió saltarse el protocolo en la capilla ardiente en San Pedro situándose junto al feretro de su amigo para rezar y llorarle en silencio.

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Con su gran mochila verde, sus zapatos gastados, su velo en la cabeza y sus profundos ojos azules, la hermana Geneviève Jeanningros había hecho cola esta mañana temprano en Via della Conciliazione, en medio de ciento veintiocho mil fieles y peregrinos que se dirigían a la Basílica Vaticana para presentar sus respetos al Papa. Era un padre, un hermano, un amigo. Todos lo echarán de menos”, confesó a Vatican News, justo después de haberse despedido con un beso dirigido al féretro.

"Y también su ayuda. Tuvimos mucha ayuda. Pero tal vez más la ayuda moral, ya ves, vinimos tantas veces, su bienvenida no tenía límite. Y también mucha esperanza", añadió la monja.

A su lado estaba la exuberante y simpática Laura Esquibel, de Paraguay: “Fui la primera transexual en darle la mano al Papa Francisco. Lo vi siete veces, comimos juntos”, indicó al mencionado medio.


La 'enfant terrible' llamaba el Papa Francisco a esta religiosa que se dedica desde hace 56 años a asistir a las mujeres transexuales y a los feriantes de Ostia, la costa de la región del Lacio.

La imagen que se ha hecho viral de ella, sin embargo, es la del miércoles, día del traslado del cuerpo del Pontífice a la Basílica, cuando, rompiendo todo protocolo, se separó de la cola y se quedó llorando en un rincón. Brazos cruzados, pañuelo sobre los ojos, su mirada dirigida al Papa "amigo y hermano".

Sor Geneviève no quiere comentar ese momento: "No puedo hacerlo", dijo fuera de San Pedro, con los ojos todavía brillantes. 


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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde