Cesár Burguera: La Secta Delictiva de PJ
"En esta oportunidad teñidos de una enfermiza y mohosa tonalidad amarillenta"
Opinión.- El justiciero gemido
En pasados días el gobernador de Carabobo, Rafael Lacava realizaba un nocturno recorrido por la zona sur de Valencia, en su inagotable afán de hacerle estricto seguimiento a cada una de las innumerables obras, planes y proyectos que se desarrollan en beneficio del común, en su ineludible compromiso con ese ciudadano que lo ha acompañado para conformar la fascinante noción o doctrina del “Nuevo Carabobo”. Lacava rodeado del fervor y emoción de todo un pueblo, llegaba válidamente a solicitar que, con ocasión a su cumpleaños, no anhelaba obsequios, que no se sufragara en innecesarios regalos, que su único deseo, para ese especial día, era que se multiplicara un útil presente y que consistía en la espontánea donación de material de pintura para reforzar el proceso de remozamiento, la flamante recuperación de una icónica, emblemática urbanización de Valencia como lo constituye “La Isabelica” y llegaba a anunciar, entre una multitudinaria algarabía, que el agasajo y celebración de su cumpleaños lo haría precisamente en esa engalanada urbanización para estar al lado de todo ese entrañable sentimiento popular que lo ha acompañado en cada una de sus aspiraciones e iniciativas. Rafael quería tener a su lado al franco rostro, quería observar directamente la esperanzadora mirada de ese secular pueblo que desde el año 2017 decidió que fuera su principal referencia, que se convirtiera en su excepcional mandatario. Por ello ese feliz cumpleaños de Rafael Lacava entonado el pasado sábado en “La Isabelica” seguirá retumbando en la memoria y espíritu de cada uno de los carabobeños. Pero la sincera propuesta, la legítima y personal aspiración de recibir, como imborrable obsequio, una importante cantidad de material de pintura, raudamente encontró sus detractores, los mismos que trastabillan en sus incontables reveses, los mismos que balbucean a través de sus irreversibles frustraciones. Es la pavosa y súbita aparición de los fallidos, es la lúgubre irrupción de los herejes, en esta oportunidad teñidos de una enfermiza y mohosa tonalidad amarillenta. Es ratificar lo claramente señalado por el presidente Nicolás Maduro en el marco del de la recuperación del Metro de Caracas ante intención de un irracional y subversivo ataque por afectar este fundamental sistema masivo de transporte por parte de descubiertos dirigentes de la infecciosa “Secta Justiciera”, Nicolás Maduro llegaba a advertir, de manera tajante, “Le vamos a meter metro y medio a ustedes, terroristas, farsantes. Prepárense, que vamos por ustedes, pero con trabajo, con resultados”.
La banda delictiva amarilla
Hemos sido testigos no solo del verdadero descalabro de una inoperante dirigencia opositora, sino que igualmente, con indescriptible estupor, hemos observado cómo estas estructuras partidistas han experimentado una indecente mutación para convertirse en verdaderas pandillas de insalvables cuatreros, caterva de hábiles timadores. Una de esas criminales facciones partidistas lo constituye la denominada “Secta Justiciera” que dicen ser dirigentes del extinto partido Primero Justicia. En Carabobo sus disminuidas expresiones se exhiben sin ningún tipo de resonancia popular. No hay militancia, ni ingenuos seguidores. El único hecho relevante en los últimos años es haber logrado esculpir un verdadero esquema de estafa y saqueo. Ante este inadmisible e irregular comportamiento, nos permitiremos hacer público los nombres de los integrantes de esta delictuosa organización, donde de armónica manera se confunden y conviven el príncipe de los estafadores, el pálido terrorista, el cruzado truhán, la desvalijadora aficionada y el ladrón magistral. El principal facineroso, el forajido cabecilla es Juan Miguel Matheus, el conocido beato “Meapilas” tercamente con su crucifijo, rosario y misal en mano, quien fue unos de los astutos creadores de una peculiar fundación que lleva por nombre “Alimenta la Solidaridad”, que tendría como altruista objetivo realizar operativos de distribución de alimentos en sectores desposeídos y necesitados de Carabobo, contando para ello con ingentes recursos entregados por la “Ficción Interinante” y que al parecer fueron dilapidados o equitativamente repartidos entre los avispados y despiertos miembros de la amarillenta “Secta Justiciera”. Para tal indecoroso asalto, el venerable “Meapilas” designó a un compañero de tolda, conocido como Roberto “Bob” Patiño Guinand, el mismo que fuera denunciado, la pasada semana, ante las autoridades competentes por ser principal promotor de ataques terroristas a medulares servicios públicos como el Metro de Caracas, donde buscaba, la desteñida “Secta Justiciera”, su completo colapso y paralización, pero Patiño Guinand debería garantizar el puntual envío a la región de los inauditables recursos financieros de la elaborada estafa que representa “Alimenta la Solidaridad”. En el mismo Puente de La Cabrera, aguardaban mensualmente y presentando notorios episodios de ansiedad, un desvaído Néstor Olleros y un famélico Marco Bozo quienes sudando profusamente recibían la desmedida valija, que al llegar a la vetusta y desaseada sede de la otrora PJ, procedían a la aritmética distribución a través del concejal Braulio Conejero y la edil suplente Adriana de la Rosa, expertos todos, en esas obscenas lides de indebida apropiación. Olleros y Bozo se convertían en los directos autores materiales del impúdico y verdadero exceso, son los regionales ejecutores del vulgar saqueo a través de la entramada treta de “Alimenta la Solidaridad” y que deberán presentar cuentas a la estricta e ineludible justicia. Toda esta criminal organización, está lujuriosa “Secta Justiciera” no puede tener a la impunidad como una de sus automáticas aliadas. El más grafico ejemplo de la magnitud de este timo alimentario lo podríamos encontrar en la veloz salida del país del “Gordo” Carlos Santafé, quien al observar el libertino bacanal de irregularidades cometidos, sin recato alguno, por sus compañeros de mucosa tolda en el perverso sainete de “Alimenta tu Solidaridad” y al presentársele las irrefutables pruebas, optó por hacerle honor a su sagrado apellido y emprendió un viaje sin retorno hacia lejanas tierras. Ante ello “Encierro y barrotes”.
El dueto bariatrico.
Hemos llegado a elaborar la teoría de que tanto la anestesia como los complejos procesos de recuperación y adaptación de las bariatricas operaciones, con el cosmético fin de deshacerse del excesivo peso, han causado un irreversible y nocivo daño a las disminuidas capacidades de dos dirigentes de la mohosa y amarillenta “Secta Justiciera”, como lo representan Juan Miguel Matheus y Marco Bozo. Cómo se recordara este obeso dúo o gruesa yunta se sometió simultáneamente a esta complicada intervención quirúrgica cuando ejercían la condición de diputados a la Asamblea Nacional en representación del estado Carabobo y tal vez sea la única obra tangible que se les conozca en su negligente tránsito parlamentario. En la actualidad no representan a nadie, son sencillamente unas penitentes almas en pena. Juan Miguel Matheus, el sacrosanto “Meapilas” quedó reducido a su íntimo recinto de oración y según las malpensadas versiones, de masturbación en su residencia después que fuera excomulgado por la prelatura del Opus Dei, pero continúa elevando sus fervorosas plegarias al mismísimo San Josémaría Escrivá, sometiéndose a largas jornadas de auto flagelación a través del infalible y desgastado Cilicio, creyendo que es la vía para la expiación o perdón celestial por cada una de sus descubiertas fechorías. Marco Bozo, relegado y sumido en una desesperante soledad, compartiendo, entre íntimos amigos, querencias y parejas, tan solo le corresponde contar cada una de las verdes divisas que le son asignadas a través de una entidad financiera en el exterior por haber sido miembro de la extinta e inexistente AN del 2015. Finalmente Néstor Olleros, con esas preocupantes ojeras que advierten todos los síntomas de padecer una patología producida por transmisión sexual. Frecuenta el cuartel o reducto de los fallidos, ubicada en la residencia de una ex edil, hoy cómodamente radicada en la península ibérica y proclama delirantemente, creemos de manera irónica, que es coordinador regional del otrora Primero Justicia, luego que resultara ganador en una fratricida, una encarnizada contienda o elección interna con la masiva participación de la toda la militancia y asiduos simpatizantes, al obtener en todo Carabobo 22 votos, mientras que su acérrimo contendor llegaba a alcanzar la sorpresiva cifra de 20 sufragios. Suena nuevamente el viento, nuevamente golpea en el caos y la “Secta Justiciera” disminuida irremediablemente a un pequeño e insignificante cónclave, tan solo se les escucha murmurar “Hay un camino”. Y esa es la verdad.