Opinión
Luis Heraclio Medina Canelón: Rita, la borracha sonsacadora
"De muchos de estos documentos podemos extraer ese sabor de la vida cotidiana"
30 de septiembre de 2022

Opinión.-
No hay como ir a las fuentes directas de la historia: leer las memorias de los protagonistas, los diarios o revistas de la época, la correspondencia y los expedientes o informes oficiales. De muchos de estos documentos podemos extraer ese sabor de la vida cotidiana, esas vivencias humanas que muchas veces los historiadores dejan de lado para dedicarse a las cifras de gran significación, a los grandes hechos, que al final terminan deshumanizando la historia. La historia es el transcurrir de la vida de los hombres y las mujeres; sin su parte humana pierde todo sentido. Y entre las mujeres se habla de las honorables señoras, madres y esposas de los personajes principales, de sus hermanas y de sus hijas. Pero también aquellas mujeres que no tuvieron una vida tan honorable dieron que hacer en los tiempos de la independencia.

Leyendo los expedientes judiciales de la época encontramos la curiosa historia de Rita.

No sabemos mucho de ella; su nombre, según las actas que guardó La Torre, era Rita Quiteria. No la mencionan como “doña”, lo que ya es un indicativo de su condición social; no era de origen noble, sino más bien baja, seguramente. Era noviembre de 1821. Cinco meses atrás La Torre había sido derrotado en Carabobo y con los restos de su ejército resistía en Puerto Cabello asediado por Páez. En Puerto Cabello convivían los soldados con los moradores de la población, con el natural intercambio social de una ciudad amurallada. El día 4 el general recibe la denuncia de un oficial, quien le informa que una mujer llamada Rita Quiteria ha tratado de seducir a varios oficiales realistas para que se pasen al lado republicano escapando a Valencia. En el acto La Torre ordena abrir la averiguación judicial correspondiente y en el curso del proceso el fiscal ordenó la detención de la imputada, en virtud de las declaraciones de los oficiales y de la propia confesión de la mujer. Luego de pasado el expediente a La Torre, se ordenó ampliar las investigaciones e interrogar nuevamente a los testigos:

“para comprobar si la acusada estaba ebria en aquellos momentos”.

Finalmente y en consideración a los nuevos interrogatorios se decidió que Rita fuera pasada al hospital militar. Era común que en los tempranos años del siglo XIX las “pecadoras públicas”, como se les llamaba, fueran internadas en los hospitales de aquellos tiempos, que servían de hospicio a los más pobres, mendigos y prostitutas. En ese sentido Oviedo y Baños escribía que los primeros hospitales servían de reclusión: “a las que por escandalosas necesitan de castigo su liviandad” y “las mujeres en pleitos con sus maridos y a las públicas pecadoras”.

De allí es que deducimos que Rita Quiteria demostraba una mala conducta. A Rita la considerarían simplemente una chica “liviana” o “pública pecadora” que había cometido una grave imprudencia por andar en borracheras hablando cosas indebidas y se salvó de lo que pudo ser una severa condena por el delito de falta de lealtad al Rey. De allí presumimos nosotros que Rita no era una chica de muy buen comportamiento, ya que andaba bebiendo licor hasta emborracharse con un grupo de soldados, cosa que no debía ser muy bien vista. Seguramente producto del efecto del licor Rita habló de más y se le ocurrió invitar a los soldados a que desertaran.

Nos quedan las dudas: ¿La supuesta borrachera de Rita sería un ardid para librarse de un castigo por el delito cometido? ¿Era en verdad una partidaria de la república que pretendía sumar adeptos a la causa? ¿O en verdad sólo era una mujer embriagada que habló más de la cuenta a quienes no debía?

(*) M.C. de la Academia
de Historia del Estado Carabobo.
@luishmedinac
Por Luis Heraclio Medina Canelón




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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde