Cita con la historia: El polvorín del Trigal y el cañón de Guaparo
Un polvorín es un edificio militar que se usa para guardar pólvora, municiones, explosivos y otro material militar
Opinión.- Cuando estudiamos la historia de nuestra ciudad nos encontramos con cosas sorprendentes o lugares que ni remotamente pensamos que pudieran haber existido allí.
Hoy conocemos a una de las mejores urbanizaciones de la zona norte, El Trigal. Este urbanismo data de principios de los años sesenta y fue concebido para la nueva clase media alta que provenía de los ejecutivos de las empresas instaladas en la cercana zona industrial. La referencia más antigua que vemos de El Trigal la encontramos en el plano de Valencia levantado por el agrimensor de origen francés y radicado en nuestra ciudad Ernesto Luis Branger en 1887. Allí aparece una enorme posesión con el nombre de “El Trigal” que abarca toda la ribera este del Cabriales frente a la parroquia San José y se perdía hacia el norte. Hoy sería desde las Chimeneas hasta Mañongo. Existen registros en los libros de nacimientos y defunciones de gentes que vivían en esos campos y hasta se sabe que a los difuntos de El Trigal en el siglo XIX los llegaron a enterrar en las inmediaciones de la iglesia de San José. Ahora bien, lo que nos interesa y nos llamó la atención es que el reputado historiador carabobeño del siglo pasado Rafael Saturno Guerra en su obra “Recado Histórico sobre Valencia” nos cuenta que en tiempos de la independencia:
“…en la esquina del Retén había un depósito de armas y pertrechos y otro polvorín en la sabana del Trigal”
Un polvorín es un edificio militar que se usa para guardar pólvora, municiones, explosivos y otro material militar. Generalmente se ubican en sitios apartados de las ciudades por razones de seguridad, y también que presenten facilidades para la defensa o poco acceso para el enemigo. Este sería el caso de la sabana del Trigal, que estaba aislada por la cadena montañosa que nos separa de San Diego por una parte y la montaña de la actual Lomas del Este por otro lado. Nos extraña que no hemos encontrado ninguna otra referencia en documento o texto alguno sobre el polvorín.
Otro punto con el que nos hemos encontrado revisando documentos antiguos es el cañón de Guaparo. Los planos de Valencia más antiguos que conocemos se encuentran en el Archivo General de la Nación y fueron publicados en el año de 2005 por el Instituto de Desarrollo Urbano del Centro de Valencia, INDUVAL. Son dos planos distintos y datan del año 1809, poco antes de la guerra de independencia y formaban parte de un proyecto de acueducto.
Pues bien, en ambos documentos podemos observar al norte, más allá de los límites de la pequeña ciudad y a media distancia del poblado de Naguanagua, en una pequeña montaña, que forma un saliente de la cordillera del oeste la leyenda: “el cañón” y “el portachuelo donde se halla el cañón” respectivamente. Ese lugar sería hoy en día, poco más o menos, la montaña que se encuentra detrás del Polideportivo Misael Delgado, donde se encuentra un tanque de agua. Desde ese punto estratégico se dominaba el antiguo Camino Real a Puerto Cabello (hoy Av. Bolívar) y se podía hacer fuego en contra de cualquier fuerza agresora que viniera bajando desde Naguanagua y la costa, y lo más importante, con sus estampidos alertar a la ciudad que algo estaba pasando. Es posible que ese cañón fuera parte de un sistema de “telégrafo de señales” que, en combinación con otro cañón en la “Sabana de la Guardia” al pie de los cerros de Naguanagua y otros más en la cordillera, se hiciera comunicación con Puerto Cabello con las detonaciones, en número previamente establecido, algo así como una clave morse a cañonazos. Algo análogo existió entre Caracas y La Guaira.
Por Luis Heraclio Medina Canelón