Formamos parte de una larga lista de países sancionados por quienes se creen los dueños del mundo
Opinión.- Sin haber podido alcanzar ningún acuerdo, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica reincide en las sanciones contra nuestro país, que de nada han servido a los venezolanos. Los intentos fallidos entre un sector opositor y el gobierno nacional - al cual ese sector opositor, dice desconocer -han conducido nuevamente a la errática medida de recrudecer las sanciones.
Ya comienzan a verse las primeras colas para echar gasolina, quizás producto del nerviosismo de quienes han recibido esta lamentable noticia. Es a partir de hoy que el gobierno gringo da un plazo de 45 días para dejar sin efecto todas las “licencias” que habían permitido al país, como parte de la flexibilización de las medidas. También ya hemos visto un repunte en el ingobernable “dólar paralelo” ¡Pobre de nosotros! de la gran mayoría de los venezolanos, por donde tendremos que pasar de nuevo.
Formamos parte de una larga lista de países sancionados por quienes se creen los dueños del mundo. Rusia, Corea de Norte, Irán, Irak, Sudán del Sur, Cuba, Bielorrusia, Yemen, Líbano, Costa de Marfil, Libia, Sudán, Somalia, Siria, República Democrática del Congo, Birmania, Yugoslavia, Zimbabue, Siria. Todos por distintas razones, pero siempre alegando según ellos - EEUU - la defensa de los Derechos Humanos y la Libertad. Cosa muchas veces alejadas de la realidad, cuando los vemos apoyando gobiernos dictatoriales en otras latitudes del mundo.
Pero en ninguno de esos países, las sanciones han logrado nada. Sólo miseria para un pueblo, que es quien en definitiva sufre las duras consecuencias de las medidas que se aplican.
Estados Unidos ha utilizado esta macabra estrategia desde el fin de la segunda Guerra Mundial, utilizando todo su poderío militar y financiero para intimidar a los demás países, escudándose en su política anticomunista y fascista. Pero lo que esconde en el fondo estas “sanciones” es someter a todos aquellos que no se alinean a sus intereses económicos, donde por cierto, juega un papel estratégico el petróleo.
Las primeras sanciones contra nuestro país, se iniciaron en el 2014 en la administración Obama. Desde entonces se han aplicado un conjunto de sanciones al país, que junto a la “corrupción” de este gobierno venezolano, lo que han hecho es empeorar las condiciones de vida del país y sus habitantes.
Acción Democrática ha manifestado su contundente rechazo a estas fallidas acciones, aún corriendo el riesgo de estar en la palestra pública de una oposición rancia, llena de odios y rencores, al ser señalada colaboracionista con el gobierno venezolano. Pero nada más alejado de la realidad esa pretendida argumentación. Nosotros los adecos somos y seguiremos siendo opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Pero a la vez creemos que las sanciones además de inútiles, sólo golpean a los más vulnerables.
Esta noticia de la reactivación de las sanciones contra Venezuela, debería levantar una ola de protestas y denuncias contra el gobierno de los EEUU. Ya no queremos más intentos de tutelaje por parte de un país que no atiende su propia crisis, para meterse en la vida de otros países. Sólo basta mirar la cada más creciente ola de indigentes en las principales ciudades de Norteamérica, para saber que las cosas allá no están nada bien. Además su propia inflación ha encarecido la vida de quienes habitan en el país norteño.
Que nos dejen a los venezolanos resolver nuestros problemas, somos Caribes y nos entendemos. Somos capaces de salir de este gobierno - el más corrupto de la historia republicana - por nuestro único instrumento de cambio: el voto.
De nada sirven las sanciones para nosotros, sino inmovilizarnos y desconcertarnos. Ellas le dan al gobierno de Maduro la narrativa perfecta para achacarle todos los males de la república a las sanciones. Sabemos que no es así, la corrupción ha jugado su papel estelar en el empobrecimiento de nuestro pueblo, pero seguirlas aplicando sólo hará que el gobierno se acentúe más el poder.
No más sanciones. Los venezolanos estamos dotados de nuestras propias herramientas para salir de este atolladero histórico de desaciertos y errores.
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