Opinión
Luis Hereclio Medina Canelón: El Palacio Municipal y Enrique Bernardo Núñez
Frecuentemente observamos en las redes sociales las fotos del demolido “Palacio Municipal”
21 de mayo de 2022
A mediados de los 70 fue demolido el edificio sede del Concejo frente a la plaza Bolívar. Destruir el viejo edificio de la municipalidad sin construir inmediatamente otro que lo sustituyera fue algo totalmente reprobable, pero las actitudes y conductas se deben valorar considerando el tiempo histórico y el entorno en que se producen. 

Frecuentemente observamos en las redes sociales las fotos del demolido “Palacio Municipal”, las que generalmente incitan a una serie de comentarios elogiando las virtudes del edificio demolido y criticando su destrucción. El llamado “Palacio Municipal” no era un edificio colonial, ni siquiera databa de los primeros años de la República. Fue construido en los años 20 cuando la dictadura de Juan Vicente Gómez y presidente del estado Ramón Ramos, para lo cual derribaron la antigua “Casa Consistorial”. 

La Casa Consistorial demolida sí era un edificio del siglo XVIII, con importancia histórica. De ella ya hemos escrito en Notitarde. Al demoler el “Palacio”, las autoridades ofrecen a la ciudad la construcción de un nuevo y majestuoso edificio para la Municipalidad. La gente estaba entusiasmada con la edificación prometida, ya que el edificio a sustituir estaba deteriorado, lleno de una tabiquería de cartón piedra que afeaba su interior, era insuficiente y no cumplía a cabalidad con sus funciones. Además, en los años 70 no existía conciencia de la conservación de lo antiguo, sino que predominaba la búsqueda de la modernidad. 

Cuando se anunció y produjo la demolición no hubo protestas de gobernador, ni de concejales, diputados, colegios profesionales, gremios, Iglesia, sindicatos, Cámara de Comercio, etc. Todos estaban más bien entusiasmados con la idea de tener una enorme torre municipal frente a la plaza Bolívar. El “Palacio” demolido tenía sus detractores desde sus primeros tiempos. Ya en 1939, el escritor valenciano Enrique Bernardo Núñez, primer cronista de Caracas, escribía: “Los viejos balcones de la Municipalidad fueron reemplazados por una fachada estilo mil novecientos veinte y tantos, la cual desentona con el recinto severo de la plaza. 

Esta horrible fantasía de cemento está rematada por una especie de campanario o de templete en uno de sus ángulos... Un presidente del estado quiso construir una obra que hiciera por siempre memorable su administración…Y así surgió el templete”. Núñez calificaba el edificio de “horrible fantasía de cemento”. 

Es una buena pista para entender el poco interés de la sociedad por mantener aquella edificación, más aun cuando en los 70 se le ofrecía edificar algo nuevo, acorde con la majestad de la Municipalidad. Para entender su destino, debemos meditar si aquel edificio tenía verdadero valor histórico o arquitectónico. 

Aparte del discurso de Pocaterra en 1955, no hay referencias sobre hechos de importancia allí, al contrario de otros que sí han formado parte de la historia. ¿Hay que conservar también el edificio en Lomas del Este donde funcionó el Concejo en los años 70 y 80? ¿Y el Centro Comercial donde hoy funciona la Municipalidad también habrá que conservarlo como una reliquia para el futuro? Ésas son construcciones que no tienen mayor valor arquitectónico o histórico; simplemente han cumplido una función pasajera sin calar en la tradición de la ciudad. Sólo merecen ser conservados aquellos edificios que tengan o bien un valor histórico, o una especial importancia arquitectónica. 

Lo que sí es absolutamente imperdonable es que no había presupuesto para construir inmediatamente un sustituto. Ofrecer que se derribaría el viejo edificio para tener uno nuevo y mejor fue un engaño atroz. De todas maneras, el día en que Valencia vuelva a tener un cronista de la ciudad sería interesante que se investigara en las actas del cabildo cuáles fueron las motivaciones y propuestas de las autoridades que llevaron al derribo de la vieja construcción. (*) M.C. de la Academia de Historia del estado Carabobo.    

Por Luis Heraclio Medina Canelón
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde