La indetenible campaña. Empiezan a replicarse las inmensas concentraciones a lo largo de todo el territorio de nuestra patria. El presidente Nicolás Maduro y su calificado comando de campaña desarrollan la apretada agenda para cumplir con la medular función de tener contacto directo con todo ese comprometido pueblo, es ver la esperanzada mirada, es confundirse en un entrañable abrazo que se transforma en el sellado pacto para consolidar definitivamente el porvenir de esta venerada tierra, colmada de historias y hazañas, de héroes y próceres. En las últimas semanas Carabobo ha sido privilegiado testigo de dos eventos que han alcanzado la condición de ser inéditos. La memoria del colectivo no lograba hallar eventos donde el fervor, exaltación y desbordada pasión se expresara con tan singular manifestación. Era el perenne pueblo saliendo al encuentro de su propio destino. Porque la secular sabiduría del común advierte que no puede haber lugar para la improvisación, la duda o proporcionar algún espacio para aquellos que han promovido la cruel y extensa lapidación de todo un país a través de una irracional retórica estimulada por el terco dictado foráneo y donde el intervencionismo irrumpía insolentemente, siempre aderezado del fallido ejercicio de la violencia y desestabilización. El primero de estos impresionantes actos realizados se llevó a cabo en las costas del litoral carabobeño y el icónico balneario Waikiki se observaba desbordado de una incalculable multitud que arribaba ante el llamado del gobernador de Carabobo y principal vocero del comando de campaña, Rafael Lacava, nacido precisamente en esa ungida urbe portuaria y para escuchar el cristalino mensaje del presidente Nicolás Maduro en su seguro trayecto de la apabullante reelección. En el transcurso del marítimo acto, llegaba una confesión por parte del primer mandatario nacional y exponía que había sido el auténtico creador del rítmico baile Waikiki, que fue declarado como la danza o baile oficial para abrir cada uno de los actos de campaña que se fuesen a realizar en el país. Maduro llegaba a explicar que su hermano de luchas, Rafael Lacava había aprendido, de rauda manera, cada uno de sus movimientos y le otorgó la misión de exponerlo en cada oportunidad, con una amplia sonrisa Lacava daba veracidad al elocuente relato y verdadera autoría del pegajoso baile Waikiki. Por ello Maduro y Lacava han emprendido una indetenible marcha por varios estados del país donde resuena en el alma y espíritu del ciudadano las claras palabras de estos dos imprescindibles referentes del proceso revolucionario. El otro monumental acto realizado en suelo carabobeño tuvo como escenario nuestro formidable Sur de Valencia, donde se presentaba, como en días anteriores en Puerto Cabello, el ímpetu y vocación popular para seguir transitando el trayecto de conformar nuestro propio destino. El color rojo colmaba el extenso recorrido que era encabezado por una de las principales y míticas figuras de la revolución, como lo constituye Diosdado Cabello quien con Rafael Lacava transmitían, en su exacta dimensión, ese discurso que estremecía a la incalculable presencia de todo ese pueblo que ha confiado en la plena vigencia del irremplazable legado. Todo está decidido, tan solo nos separan 47 días de una verdadera fiesta cívica, del histórico evento electoral del 28 de julio. Hoy más que nunca podemos proclamar, sin ninguna duda: ¡Nosotros Venceremos!