Opinión
Cita con la historia: La construcción de la Plaza Bolívar
La entonces Plaza Mayor de Valencia no tenía mayor lucimiento, y era un solar donde a veces se colocaban los comerciantes con sus tenderetes
14 de junio de 2024
Opinión.- En el año de 1842 el gobierno de Venezuela dispuso la repatriación de los restos mortales del Libertador Simón Bolívar. Se quería cumplir con una de sus últimas voluntades que era que su cadáver reposara en su natal Caracas.

El primero en solicitar al Congreso la traída de esos restos fue José Antonio Páez, en 1833; luego Carlos Soublette en 1839, sin que se pudiera lograr nada. Páez, de nuevo en el poder en 1842, insiste ante el Congreso y logra que el 30 de abril de ese año se apruebe trasladar las cenizas desde Santa Marta, con enorme solemnidad y con una serie de honores en todos los despachos públicos.

En el entorno de esas celebraciones, la Diputación Provincial de Valencia, siguiendo una decisión semejante de la Diputación provincial de Caracas, decreta que la llamada Plaza Mayor se llame en adelante Plaza Bolívar.

La entonces Plaza Mayor de Valencia no tenía mayor lucimiento, y era un solar donde a veces se colocaban los comerciantes con sus tenderetes. Entonces el Ayuntamiento valenciano contrata con los más conocidos maestros de obra de la ciudad la construcción de una verdadera plaza.

El contrato es celebrado con los famosos maestros de albañilería Juan Francisco Arteaga y Calixto Landaeta, el 20 de agosto de 1843 y comprende la nivelación de la plaza, el tipo de ladrillos y mezcla a utilizar y hablan de las cañerías, por lo que es evidente que se construirá una fuente. Se fabricarán dos calles que cruzarán la plaza diagonalmente, en forma de X, diseño que se conserva hoy en día en nuestra Plaza Bolívar con ligeras modificaciones. También piden que se les faciliten cuatro presidiarios como mano de obra, quienes trabajarán 9 horas diarias. La cárcel de esos tiempos era frente a la plaza, por un costado de la Casa Consistorial (Calle Colombia), donde luego se construyó el ya demolido Palacio Municipal.

El costo de la obra civil del empedrado de la primera plaza fue de un mil cuatrocientos pesos, se utilizaron “panela doble de ladrillos bien quemados”, enlozados con “mezcla real”.

Para nivelar la plaza se construyeron unas gradas o escalinatas para subir por el oeste y otras para bajar por el este. Este trabajo tuvo un importe de doscientos setenta y siete pesos.

Este contrato fue aprobado por el Ayuntamiento el 29 de agosto y se autorizaron todos los pagos necesarios. De ese proyecto se levantó un “diseño”, es decir un dibujo esquemático con todos los detalles de la obra, que actualmente se encuentra exhibido en la exposición de documentos antiguos que inauguramos la semana pasada en la sede Administrativa de la Academia de Historia del Estado Carabobo y que se puede visitar los días sábados en las conferencias que allí se realizan con motivo del Bicentenario de la Provincia de Carabobo.

En ese extraordinario documento gráfico podemos observar que todavía no existía el monolito de mármol con la estatua pedestre del Libertador, sino que la plaza tenía en su centro una fuente con cuatro tomas de agua y un farolito en el medio (el monolito sólo se va a construir para finales del siglo XIX).

También se observan las barandas de la plaza que subsistieron hasta mediados del siglo XX y los clásicos faroles de lámpara de manteca de cerdo que era lo usual en el siglo XIX.

Estos planos o diseños no están firmados, pero en las actas municipales de ese mismo año aparecen dos grandes dibujantes y pintores valencianos del siglo XIX, que en esos días dirigían una “escuela de dibujo” de la municipalidad. Eran Pedro Castillo y Juan Antonio Michelena. Creemos que uno de ellos debe ser el autor de esos dibujos.

Ante la ausencia de pinturas o dibujos de los primeros años de nuestra plaza, la aparición de estos diseños o planos son un enorme avance en el estudio del urbanismo de la ciudad, que agradecemos a los herederos de Jerónimo Tinoco Zavaleta, quien fuera para esas fechas el Procurador del Ayuntamiento de Valencia.

Por Luis Heraclio Medina Canelón
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VÍA NT
FUENTE Editoría de Notitarde