Opinión
SINSECRETOSCB: Cero impunidad
En Carabobo están plenamente identificados y la exigencia reclama, de manera altisonante, que sean sometidos a una categórica condena
7 de agosto de 2024
Opinión.- El roído libreto. Este espacio, esta semanal entrega que ha arribado a su décimo aniversario, surgió como una de las múltiples herramientas, innumerables instrumentos para hacerle frente al irracional guion de la violencia que pretendía crear un utópico escenario de confrontación, que agobiadamente buscaba como único objetivo soslayar la tranquilidad y la paz de todo un pueblo. Surgían, los mismos semblantes de siempre, con el disparatado alegato de la guarimba, con los sistemáticos y vandálicos ataques a extensos espacios que servían como soporte para el desarrollo de áreas medulares como salud, educación y seguridad ciudadana y así los años 2014, 2016 y 2017 eran testigos de una demencial vorágine de destrucción y atentado contra la integridad personal del común. La conjura fue derrotada de manera demoledora y los mismos rostros se agazapaban en una confusa retórica de desconocimiento de las fundamentales instituciones del país. La oposición se extraviaba en un interminable laberinto y la improvisación se hacía estricta dueña de cualquier iniciativa, de cada uno de sus pasos. Todo era desolación y desdén, pero nunca abandonaron el tránsito por escabrosos senderos por desestabilizar la patria, jamás desdeñaron la descubierta intención de crear nuevamente un fatigoso clima de intranquilidad y desasosiego en el territorio nacional. Y así arribaba las elecciones presidenciales del histórico 28 de julio del presente año. Aquellos que insistentemente renegaban del árbitro electoral, de nuestro máximo órgano comicial como lo constituye el Consejo Nacional Electoral, aquellos que llamaban, en una suerte de febril delirio, a rebelarse contra toda expresión institucional, de súbita manera alteraron su discurso y manifestaban, sin rubor alguno, que participarían en cualquier evento que fuera convocado por ese mismo CNE, que por más de una década llegaron a descalificar y desconocer. Allí precisamente toparnos con la primera señal de que estaba en proceso una nueva y sofisticada estrategia, que su objetivo nunca sería electoral, sino utilizar los transcendentales comicios como vía para desencadenar la rauda aparición de los similares fantasmas de destrucción y caos, estimulados por descubiertos factores de carácter internos bajo el estricto dictado foráneo. Así llegaba el 28J y a través de nuestras personales redes sociales advertíamos lo que se avecinaba “Arribó la fecha que nos convoca a votar por la consolidación de la patria. Sufragaremos por la paz y calma de todo un pueblo comprometido con su porvenir. A los iracundos de siempre, la sincera sugerencia ¡No se equivoquen!”. Culminada la insustituible jornada cívica enmarcada en una verdadera fiesta democrática, el CNE emitía el primer boletín donde se anunciaba la categórica victoria de Nicolás Maduro que lo convertía en presidente reelecto de Venezuela. Precisamente esa era la señal que aguardaban los confabulados, con sus mismas caras, para desatar una escalada de violencia, de anarquía ejecutada por aquellos que fueron seducidos por un generoso financiamiento y que fungieron como bien remunerados prepagos. De allí que el 29 de julio se volcaron para tratar de desconocer los resultados que provenían del incuestionable pronunciamiento popular y procedieron a revivir la barbarie, el salvajismo y devastación enfilando contra estructuras que prestaban directa atención al pueblo, ese mismo que observaba, con indignación, como la amenaza cobraba figura y se encimaba contra su misma integridad física. De allí la inmediata reacción del poder popular contra el descontrolado vandalismo, los confabulados nunca advirtieron la capacidad de respuesta, subestimaron a una revolución y sus innumerables custodios, ignorando que allí no existe ni duda, ni miedo. Los conjurados llegaron a confundir tolerancia con capitulación. Ante esta nueva intentona golpista se impone la rígida aplicación de justicia a los que pretendieron exhibir, nueva y tercamente, la roída agenda de violencia e impunidad. En esta oportunidad no se trata de enjuiciar solo a aquellos que fueron utilizados como subvencionados peones, sino que tiene que plasmarse la verdadera connotación de nuestras leyes contra aquellos que fueron los cabecillas de la fallida aventura, aquellos que financiaron el inaceptable arrebato.




El desfile al patíbulo. En Carabobo están plenamente identificados y la exigencia reclama, de manera altisonante, que sean sometidos a una categórica condena. Aquí habrá tranquilidad, paz y sanción. Por ello veremos un estricto desfile de los conspiradores. Es observar al mórbido Enzo Scarano tembloroso y cargando su suministro de pastichos, a Marco Bozo exhibiendo, hasta con orgullo, sus cuernos o cachos, es el dopado Carlos Lozano con todo un botiquín de poderosas sustancias psicotrópicas para tratar de aminorar su (TEI), igualmente el hurtador de cableado, Hamid Ramos con su amplio prontuario delictivo, detrás Aarón Rodríguez con su cómoda renta dejada por el desfalco del interinato, es Smith Power Torres con sus locales comerciales prestados para el abierto complot, el desquiciado Carlos Ñañez con su extenso perfil de violencia doméstica y su inocultable ambigüedad sexual que le valió que fuese expulsado de varias instituciones de educación superior por el incesante acoso a ingenuos estudiantes, como Luis Magallanes quien desde los callejones nocturnos de Quito, tongonea orgullosamente su gluteoplastia. En el lúgubre desfile se encuentran otros que no podrán eludir los grisáceos barrotes. Es la necesaria reivindicación de nuestra democracia y de nuestro pueblo que no podrá ser sometido a los caprichos de una reducida congregación de incurables pillos. Y esa es la verdad.

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VÍA NT
FUENTE César Burguera