Cita con la historia: Los niños perseguidos
Durante los tiempos de nuestra independencia fueron célebres los crímenes cometidos por José Tomás Boves en contra de jóvenes y niños por ser hijos de los patriotas
Opinión.- Toda colectividad humana o hasta animal, protege a sus párvulos, a sus jóvenes, donde está la perpetuación de la especie.
Pero desde tiempos bíblicos encontramos a personajes como Herodes, tiranos y criminales que -atormentados por la paranoia de perder su poder- atentan contra los menores.
El Evangelio de Mateo nos dice: “Entonces Herodes,… se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, … Entonces se cumplió el oráculo…: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos y no quiere consolarse, porque ya no existen».
Durante los tiempos de nuestra independencia fueron célebres los crímenes cometidos por José Tomás Boves en contra de jóvenes y niños por ser hijos de los patriotas.
En tiempos más recientes gobernaba el país el dictador Juan Vicente Gómez, conocido como “El Bagre” por sus bigototes. Su gobierno se caracterizaba por la intolerancia absoluta a cualquier disidencia. El latrocinio y la corrupción eran lo común.
El 30 de junio de 1923 es asesinado a puñaladas en su propio dormitorio del Palacio de Miraflores, Juancho Gómez “Juanchi”, vicepresidente y gobernador del Distrito Federal, quien también era hermano del dictador. Aparentemente el asesino fue un oficial amante del vicepresidente.
Aunque el crimen fue cometido en el propio palacio presidencial, el lugar más seguro y con mejor custodia de todo el país, el tirano, paranoico, como todos los dictadores, ordenó una tenaz persecución en contra de todo el que le hubiera sido adverso.
Uno de esos enemigos declarados de Gómez era el médico valenciano Eudoro López. Al saberse del magnicidio, López, conocedor de los procederes del dictador se escondió, y ordenó a sus cuatro jóvenes hijos que se escondieran y trataran de huir del país. Rafael Ernesto, el mayor, se disfrazó y pudo escapar en un barco. Eudoro (hijo), al recibir el mensaje le dijo a su madre que él nunca se había metido en política y no tenía qué temer. Al poco rato se presentaron los esbirros en la casa y se lo llevaron preso a La Rotunda.
De allí lo remitieron al Castillo de Puerto Cabello donde estuvo varios años. Los dos hermanos menores, Víctor José y Leopoldo Enrique, que apenas eran unos adolescentes cuando llega la policía apelan a sus habilidades gimnásticas, corren y saltan paredes, brincan por los tejados y burlan la persecución.
Por varias semanas se esconden en casas de amigos de la familia que les dan cobijo. Luego de permanecer escondidos en la capital por varios meses, parten de Caracas con el mayor sigilo, burlando policías y alcabalas. Los dos hermanos se “enconchan” por varios días en Valencia, hasta que organizan un plan para salir del país.
Es así como de noche, salen a lomo de caballo por las montañas del occidente de Carabobo vía Cojedes, se internan por haciendas, desde donde llegan hasta los famosos “hatos barreteros” de los Barreto y los Lima, parientes por parte de su madre. Así siguen en su ruta por los llanos, atravesando peligrosos y solitarios parajes con la ayuda de algún que otro baqueano. Luego de cabalgata casi ininterrumpida llegan a San Fernando de Apure. En San Fernando toman un vapor para la isla de Trinidad y de allí buscar la libertad.
Luego en 1930, en Valencia fue detenido y enviado al Castillo de Puerto Cabello el adolescente de 16 años Francisco Nouel, cuyo único delito fue ser hijo de un dentista del mismo apellido, perseguido por el tirano. El Dr. Nouel pudo escapar, pero su menor hijo pagó las consecuencias y fue enviado por años al Castillo de Puerto Cabello.
También un muchachito de 14 años llamado José García, mandadero de una farmacia de Caracas, fue torturado y encarcelado en la Rotunda en 1.914 por unas sospechas a raíz de un atentado contra la casa de Antonio Pimentel, un compadre y socio de Gómez.
En 1928 por unos versos que el gobierno consideró insultantes, fueron llevados primero a La Rotunda y luego con grillos a trabajos forzados en las carreteras, Herman Stelling Smith y su hijo, un muchacho del mismo nombre, descendientes de antiguos patriotas de la Legión Británica. Como la policía no sabía cual de los dos era el autor de los versos se los llevaron presos a ambos.
Por: Luis Heraclio Medina Canelón
@luishmedinac