Buscar agua a una fuente, pozo o cuenca hídrica se nos hace un trabajo obligado porque de ella depende nuestro desenvolvimiento en áreas de salud
Opinión.- Buscar agua siempre ha sido un mecanismo social y muy familiar cuando se trata de tener el vital líquido para satisfacer necesidades humanas, biológicas pero, por sobre todo, saciar la sed física, material y ver definido un deseo. Buscar agua a una fuente, pozo o cuenca hídrica se nos hace un trabajo obligado porque de ella depende nuestro desenvolvimiento en áreas de salud, alimentación, riego y un sinfín de funciones que dependen del agua principalmente. Nuestro cuerpo lo compone el agua por sus propiedades que nos da vida.
Cuando tenemos que asearnos, lavar y cuando tenemos sed, acudimos al agua para quitar la necesidad, por lo menos, en un lapso de tiempo. El agua física es toda una bendición dada por Dios para nuestro disfrute y satisfacción. Empero, hay necesidades, hay sed, hay gustos y momentos apremiantes que no pueden ser satisfechos por el agua física, aunque pueda traerte un momento de calma. Ella es, la sed espiritual.
La sed espiritual es combatida en lo espiritual. Dios es espíritu. Los vacíos del alma, del valor, de la estima a uno mismo (a), conlleva a fijar la mirada en algunos pozos nada apropiados, por cuanto pueden, circunstancialmente, quitar la sed, no obstante, esa sed volverá. El pozo equivocado muchas veces agudiza la necesidad, la sed; normalmente cuando acudes al hoyo de donde sale el agua, debes inclinarte para alcanzarla, tomarla y llevarla al recipiente de la vida.
Dame de beber, le dice Jesús a una mujer de Samaria que iba a sacar agua al pozo, Juan 4. El propósito y el fin de salvación fue contundente, en esos tiempos los judíos y samaritanos no cruzaban palabras, prohibido por la cultura y muy probablemente por la élite judía. Pero cuando va a ocurrir algo en donde el protagonista es el maestro, las ocasiones aparecen del cielo. Le pidió agua, pudo haber sido un episodio estruendoso para la mujer de Samaria, que un judío le pidiera algo.
Nuestro Señor, ciertamente, estaba cansado del camino al igual que sus discípulos, pero el tiempo era ese día, donde la mujer conocería otra agua. Dios, quien conoce todas las cosas, convirtió el pozo material en un altar espiritual para poner fin al vacío del corazón de la samaritana. El pozo no es más que el lugar donde se acude cuando no hay enfoque y conocimiento de la verdad que nos hace libres.
Cuántas personas, toda una sociedad, en busca del agua en pozos, (tipo del sitio o momentos) donde arrinconamos nuestras vidas y corazones, porque la dirección no es la correcta. El pozo de algunas amistades que no aconsejan sabiamente, el pozo de algunos lugares y hábitos dañinos que hacen las veces de anestesia momentánea, el pozo de la profesión que ha sido vista y aceptada como una vía de escape. Pues el pozo no es correcto.
Pero Cristo ofrece la gracia y el favor, convierte el pozo en una fuente divina de donde saca el agua que quita la sed para siempre. Jesús es el agua, es la fuente perfecta para inclinarse y reconocerle como el único que puede saciar todo tipo de necesidad y llenar el hueco más hondo que tengas en el alma.
No importan las ocasiones de errores continuos, no importan los pecados que hayas cometido y estés cometiendo. No sigas sacando agua de lugares incorrectos, el agua que simboliza lo que te calma fugazmente debe ser sustituida por el agua que salta para vida eterna, es Jesús.
¡Sí se puede amigo lector (a), es por aquí la plaza pública comunicacional!
Otro sí o nota: Pedimos a Dios por todos los oprimidos, secuestrados, por los presos comunes y políticos. Ellos necesitan del agua que sacia.
monteverdelister@gmail.com