Rubén Limas: Reforma electoral venezolana
En Acción Democrática este lunes se convocó a la Fracción de Diputados de AD para abordar el tema de las leyes electorales
Opinión.- Algunas de las opiniones que emitiré a través de este artículo de opinión son personales, no han sido discutidas en AD, y otras se han discutido, pero no se han acordado. En Acción Democrática este lunes se convocó a la Fracción de Diputados de AD para abordar el tema de las leyes electorales que se quieren llevar adelante por parte de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional.
En principio, AD propone lo siguiente, acordado por unanimidad: Cociente electoral, Doble vuelta electoral, Paridad de género, Nuevo Registro Electoral, quedando pendiente la discusión de la no reelección inmediata, o solo una vez con un período de no reelección de 10 años para todos los cargos ejecutivos.
Desde hace bastante rato, nosotros venimos alertando al país de lo incongruente que es la aplicación de las morochas electorales, mecanismo perverso que implantó el oficialismo, que en su condición de mayoría en aquel entonces, quedarse con casi todos los cargos electos. Quizás, ahora que ya no son mayoría, piensen en cambiar esta norma y le permita la representación proporcional de todas las opciones electorales participantes.
Otro elemento es arrancar de cero el Registro Electoral, realizar uno nuevo que le permita a los venezolanos, aquí en Venezuela y en cualquier parte del mundo, reinscribirse o registrarse por primera vez. Una depuración a fondo de este registro que suele crear dudas en algunos momentos de los procesos electorales, por supuestas irregularidades.
También planteamos la doble vuelta electoral. Esta se entiende como un procedimiento para la elección presidencial, regionales o municipales, que establece un umbral mínimo de votos alcanzado por el candidato ganador. Se proclama ganador si alcanza más del 50 % más uno de los votos. O en caso de no alcanzar el 50 % y estar los dos primeros candidatos con una diferencia mayor al 10 %. Es decir, “el sistema electoral que se articula con la potencialidad de dos momentos procedimentales diferenciados para la elección”. Este sistema fortalece al presidente electo dándole mayor legitimidad de origen, evita la victoria de un presidente con un escaso respaldo electoral en la población, estimula la posibilidad de articular coaliciones electorales durante el período electivo que pueden fraguar en coaliciones parlamentarias e incluso gubernamentales regionales y municipales. Este tipo de estrategia ayudaría a tener gobiernos con amplias coaliciones que ayudarían en la gobernanza, la eficiencia administrativa y la lucha contra la corrupción.
Finalmente, la paridad de género en las distintas postulaciones a todos los niveles, un viejo reclamo de un importante sector del país.
Quizás donde yo insistiría también, en busca de consensos, es en evitar la reelección indefinida. Este es un mecanismo que obstruye la construcción y lanzamiento al ruedo político de las nuevas generaciones. Y, ojo, estamos conscientes de que no solo ha sido un tema presidencial, sino que ha alcanzado distintas instituciones, como lo son la gremial, sindical y de partidos políticos, donde quienes ejercen esas presidencias se creen dueños irrebatibles. ¡Cuánto daño nos hizo el empeño por reelegir a Caldera o a CAP! Este último así lo reconoció. ¡Y cuánto daño nos ha hecho el solo haber tenido dos presidentes en 25 años! Cuando hemos podido, al menos, tener 3 o 4 presidentes.
Aspiramos a que las reformas electorales que se planteen no se queden solo en lo punitivo de castigar a quienes las violen, o soliciten sanciones o invasiones para Venezuela.
Amanecerá y veremos.
Por: Rubén Limas Telles
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