Luis Vargas Pizzolante: Los insalvables desmemoriados
Nuestra memoria nos recuerda los centenares de compatriotas fallecidos o heridos por causa de las repetidas actividades insurreccionales, siempre promovidas por la inoperante oposición extremista
31 de octubre de 2024
Opinión.- La improvisada historia de la oposición radical criolla, desde el inicio de esa revolución bolivariana que se encuentra enclavada en el espíritu y alma de nuestro pueblo, ha sido una interminable sucesión de desaciertos, de dislates claramente distinguidos o ubicados en su frágil proclama, que es el repetido y terco ejercicio de convocar la inexistente figura del fraude en todas y cada una de las elecciones que han resultado categóricamente derrotados. El revés parece signar el sendero de ese radical segmento opositor. Esa retórica o herramienta les ha resultado absolutamente estéril y es que en ninguna contienda electoral han llegado a presentar algún signo de remota prueba de lo irresponsablemente aseverado. Acuden raudamente a ese elaborado ardid para mantener la estafa, ya serial, a sus menguados seguidores con la cristalina intención de utilizarla como una maltrecha parodia, en la ilusa pretensión de hacerse del poder, no por la vía electoral, donde el pueblo asume su absoluto protagonismo, sino por la senda de la violencia, de la irracionalidad, del desconocimiento de los derechos ciudadanos. Nuestra memoria nos recuerda los centenares de compatriotas fallecidos o heridos por causa de las repetidas actividades insurreccionales, siempre promovidas por la inoperante oposición extremista, conformada por una malograda banda de infelices aventureros, que han pretendido llevar a la venerada patria a una confrontación de carácter civil, es la roída pretensión de dividirnos como país. La destartalada oposición radical, ya sin aliento, insiste en su afán de colocarle fecha de caducidad a la imponente revolución bolivariana, desconociendo que más que una estructura o manifestación, es un sentimiento nacional que recorre fervorosamente cada espacio de nuestro territorio. En esa extenuante e infecunda faena han recurrido todos los insospechados recursos y obteniendo el invariable resultado porque siempre se han topado con esa emocionada conexión, vínculo popular que ha tenido como fundamental referencia al eterno comandante Hugo Chávez y en la actualidad a nuestro presidente Nicolás Maduro. Allí yacen, inertes, aquellos esfuerzos por sumar responsabilidades de carácter político y hasta proselitista a importantes factores como los medios de comunicación, el empresario, el sector obrero y hasta en una suerte de necesaria confesión, incorporar cúpulas que se arrogan la completa representación de la feligresía católica y en el actual escenario con el presidente Nicolás Maduro, se han sometido, de manera humillante, a las instrucciones emanadas por el insolente dictado extranjero, cargadas las mismas, de toda una brutal arremetida de sanciones, bloqueos y restricciones. En ambas etapas ha sido similar el contundente desenlace, nada ni nadie podrá comprometer el definitivo rumbo de esta irreversible revolución bolivariana, que resonará permanentemente en el corazón del común, del ciudadano. En fin todos esos desmañados manifiestos, todas esas agobiantes declaraciones que proclaman inexistentes fraudes en cualquier evento electoral han tenido como único y desolador rédito político, la dinámica multiplicación de ese dramático sentimiento de frustración entre sus agotados y estafados seguidores, mientras que nuestro presidente Nicolás Maduro se consolida en perfecta comunión o connivencia con la invariable fe colectiva. Es sencillamente la exacta definición de la fe, esa que es perfecta, esa que está viva, esa que se levanta como la garantía y convicción de que estamos venciendo.
Luis Vargas Pizzolante
Profesor universitario
Analista político
VÍA
NT
FUENTE
Luis Vargas Pizzolante