Julie de Romero: Un agradecido vs. nueve ingratos
Mientras Jesús iba camino a Jerusalén le salen al encuentro 10 hombres leprosos que le gritan a la distancia ¡Ten misericordia de nosotros!
Opinión.- En Lucas 17 verso 11 se relata una historia exclusiva de ese evangelio. Nos describe un encuentro de Jesús con 10 leprosos, una de las tantas historias de personas a las que Jesús sanó, pero se descubre una nueva dimensión de fe y el corazón de los seres humanos.
Mientras Jesús iba camino a Jerusalén le salen al encuentro 10 hombres leprosos que le gritan a la distancia ¡Ten misericordia de nosotros! Para entender esta escena es necesario comprender lo que significaba la lepra en esos días.
El término “lepra” proviene del griego y significa “escamoso”. La palabra hebrea que se ha traducido como “lepra” es tsara’at, que puede referirse a “enfermedad grave de la piel” o “enfermedad escamosa.” En ese tiempo, cualquier mancha o problema de la piel era motivo suficiente para separar a la persona de la comunidad y declararla “impura”. Para el historiador judío Flavio Josefo, los leprosos, pobres, ciegos y personas estériles, eran considerados “muertos en vida”. Hoy día la lepra ha sido erradicada, pero aún se sufre de lepra social, que rechaza, discrimina, olvida y condena a los pobres, indefensos, los que la vida les quitó su futuro y esperanza.
Por su condición de contagio y estigma, estaban condenados por leyes sanitarias a estar distanciados de las personas y por la ley de pureza sufrían el estigma de ser impuros, destinados al rechazo social.
Sin embargo, estos leprosos se atrevieron a gritarle a Jesús, llamando su atención, esperando algo, se atrevieron a salir de la oscuridad, de las sombras, de la exclusión. Esta es la primera condición para un milagro, exponerlo a Jesús, no importa cuál sea la situación, necesidad, dolor o problema, exponlo a Jesús, reconoce tu condición, reconoce que necesitas su ayuda.
Este milagro es muy diferente al del leproso de Lucas 5:12-15. Estos hombres no le piden a Jesús que los cure, solo pidieron compasión y esta se muestra cuando “Los vio”. Para muchos eran invisibles, nadie volteaba a verlos, pero Jesús los vio. Jesús representaba al Dios que ve y tiene compasión de las personas.
Ahora ellos debían oír la voz de Jesús, que irónicamente los mandó al templo, al lugar donde quizás habían sido expulsados, que representa pureza aun sin ser curados, donde las leyes los habían separado de su comunidad y familia. Pero debían moverse en fe y ser valientes. Jesús no les da la certeza de que van a ser curados. Ellos solo le pidieron compasión y él los manda al templo. Pero su atención, su palabra, su indicación, fue su compasión fluyendo.
Pero mientras iban en camino, la lepra desaparece, no desaparece en el templo, sino yendo, porque una pequeña acción de fe y obediencia es suficiente para tu milagro, porque no es por obras es por fe, y si tú crees y te arriesgas por Jesús, el milagro sucederá sin que sepas cómo.
Pero solo uno, al darse cuenta que había sido sanado, volvió, se postró a sus pies y le dio gracias, este era samaritano, un rechazado, un bastardo, fue el que volvió. ¿Y los otros 9? Quizás volvieron a su religión, sus leyes exclusivistas y condenatorias. Y aunque fueron sanados su fe no era pura, porque no volvieron a Jesús. Despreciaron el ser sus discípulos, quedaron atrapados en estructuras vacías. No les sirvió de nada la gracia que les fue otorgada.
Solo los que tienen corazones agradecidos, cultivan la verdadera fe que hace que se dé un giro de 180° en búsqueda de Jesús, porque su obra aún no ha terminado en sus vidas.
La verdadera fe, no estaba en ir al templo, sino en volverse a Jesús, postrarse a sus pies, y darle gloria a él. Les dio la oportunidad de reconocer al hijo de Dios, nueve se quedaron con estructuras vacías y muertas, pero el uno que volvió se quedó con la bendición que los nueve rechazaron. ¿Quién eres tú?
Por Julie de Romero
Apóstol de la Federación C.C.N en Valencia.
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