Luis Vargas Pizzolante: La terca fábula del 10E
Existe la segura sensación de que este indómito y soberano pueblo no aceptará más la inaceptable amenaza solapada en zozobra y desquiciados planes extranjeros para subvertir el orden constitucional
Opinión.- Nuevamente hace súbita aparición la amenaza, como terco y roído instrumento político, para tratar de comprometer el decidido rumbo de Venezuela. Otra vez acuden, con lúgubre vestimenta, los siempre derrotados, los frustrados miembros de la irracional oposición radical, la misma de hace dos décadas, para señalar que ha llegado la hora o la fecha.
En esta oportunidad, los perennes fallidos apuntan al 10 de enero del venidero año 2025. Dentro de su peculiar fantasía o elaborada fabulosa, llegan a imaginarse la ilusa pretensión de que se procederá, ese 10E y de manera inmediata, a liquidar cualquier vestigio de institucionalidad o gobierno.
Una disparatada expresión de la ignominiosa oposición extremista llega a aseverar, de manera altisonante, siempre desde el cómodo recinto del extranjero, que se producirá un cruento asalto el poder, con la fuerte convicción de que pueden hacer doblegar la indiscutible expresión popular que se manifestara el pasado e histórico 28 de julio, donde a través de una jornada cívica y democrática resultó reelecto nuestro presidente Nicolás Maduro.
Lo que desconocen los refinados beligerantes, desde su cómodo exilio, es que nuestro primer mandatario ha demostrado, con sobrada capacidad, que posee la virtud de hacerle frente a la cotidiana adversidad, que se ha expresado en la insolente aplicación de un devastador compendio de sanciones y amenazas, complejas coyunturas que han sido superadas contando siempre con la voz y presencia indiscutible del común, del ciudadano que estará por siempre adherido a este transcendental proceso revolucionario.
El 10E surge dentro del calendario como otro utópico alegato para recobrar algún signo de credibilidad y la supuesta fecha para recurrir a la desgastada retórica por comprometer el destino y porvenir de esta patria y tratar de cercenar, de cándida manera, la esperanza popular.
Ante este nuevo intento por desestabilizar, ante este improvisado ejercicio por comprometer la paz de todo un pueblo, nos permitimos la necesaria licencia de enviar una cristalina advertencia, ¡No se equivoquen! En esta oportunidad no solo será la drástica reducción de los excesos conspiradores, tampoco se tratará de las necesarias pero tenues maniobras defensivas. Ha llegado el exacto momento para desarticular esa sediciosa organización, el definitivo desmantelamiento del andamiaje que cumple sumisamente con irreverentes dictados foráneos.
Existe la segura sensación de que este indómito y soberano pueblo no aceptará más la inaceptable amenaza solapada en zozobra y desquiciados planes extranjeros para subvertir el orden constitucional. La lección será decisiva y hasta de carácter profiláctico. Hay que acometer con la sanitaria labor de erradicar cualquier manifestación de sus agotadas vocaciones criminales, es la ineludible tarea de proscribir cualquier expresión o vestigio de los irracionales extremistas y se actuará siempre apegado a nuestro estado de derecho.
Esta vez no habrá contemplaciones ante este nuevo intento escondido en el 10E, los diferentes recintos carcelarios serán el lógico receptáculo de la cruel conjura para prevenir a la patria de este peligro inminente, no habrá indiferencia ante este nuevo esfuerzo conspirador.
No existirá espacio para la suplicante convocatoria de poseer algún tipo de derechos humanos. Siempre aferrado a la ley, el presidente Nicolás Maduro acabará con la descubierta infamia, será el concluyente desenlace para los sectarios o radicales, no puede haber intocables y como ha dicho el presidente reelecto Nicolás Maduro, “No hay sociedad, si no hay justicia”. “La ley Bolívar” provoca en suelo o territorio patrio una categórica repulsión.
Es una verdadera afrenta la utilización del padre Bolívar como herramienta para oprimir a ese pueblo, al cual entregó su vida que quedó plasmada en la gesta emancipadora.
Luis Vargas Pizzolante
Profesor universitario
Analista político