Germán José Márquez Gil: Los hidrocarburos, “un regalo de Dios”
De tal manera, que es una bendición disponer de recursos naturales, y como petrolero he defendido, manifestado y sustentado en numerosos escenarios, la importancia del petróleo
Opinión.- Azerbaiyán, fue sede de la 29na Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) celebrada entre el 11 y 12 de noviembre. A diferencia de la COP 28, este encuentro inició con un discurso que resaltó la importancia de los hidrocarburos en la Seguridad Energética de muchos países. El presidente del país anfitrión y de la COP 29, Ilham Alíyev, manifestó: “…es un regalo de Dios. Todos los recursos naturales, ya sea petróleo, gas, viento, sol, oro, plata, cobre, son todos recursos naturales. No se debe culpar a los países por tenerlos, ni por llevarlos al mercado porque el mercado los necesita. La gente los necesita…”.
Actualmente, cada Estado tiene la imperiosa necesidad de garantizar su Seguridad Energética, esta importante variable, forma parte de la estrategia de Seguridad Nacional de cada país, cuyo propósito es la conservación y estabilidad social, así como el bienestar de sus ciudadanos. En este particular, Venezuela con sus vastas reservas de hidrocarburos y posición geográfica privilegiada, juega un papel fundamental en el suministro de energía para los mercados que necesitan de estos combustibles, en pro de mantener la calidad de vida de sus habitantes.
De tal manera, que es una bendición disponer de recursos naturales, y como petrolero he defendido, manifestado y sustentado en numerosos escenarios, la importancia del petróleo como impulsor del desarrollo productivo del planeta, donde los países necesitan garantizar la disponibilidad de energía para el progreso social y económico colectivo, energía que, durante el 2023, estuvo sustentada por los hidrocarburos en 81,5 %, situación proyectada de manera similar durante el 2024. Es una realidad la dependencia actual que tienen las sociedades sobre estas fuentes primarias y sus derivados, aunque existen avances para el desarrollo de energías alternativas, no es a corto ni mediano plazo, que llegará la anhelada transición energética.
Por ahora, es difícil desprenderse de los beneficios de los hidrocarburos, el crecimiento de la economía mundial es directamente proporcional al consumo energético, es así como los combustibles fósiles son un factor importante en las variables macroeconómicas de los países. Por tanto, su explotación y utilización condicionan las economías de los Estados productores y consumidores. En así, como puede reflexionarse que la transición energética debe esperar, es necesario trabajar antes en la planificación, el cambio de la matriz hacia diversas fuentes implica nuevos actores, negocios y tecnologías, diferentes tipos de producción, distintos modelos de comercialización, lo que sin duda alguna vendrá a modificar las condiciones geopolíticas de los mercados emergentes.
Sigue el factor económico siendo determinante para cambiar la matriz que está dominada por energías fósiles, que más allá de ser “contaminantes”, son agotadas con rapidez, por tanto, las naciones requieren una diversificación energética que garantice los niveles de calidad de vida de las civilizaciones actuales. A pesar de los distintos incentivos, patrocinios y acuerdos suscritos por impulsar un desarrollo exponencial de las fuentes renovables, no ha sido fácil. Hasta el momento, las fuentes fósiles mantienen una diferencia bien significativa de estas, con 66,9 puntos porcentuales por encima.
Finalmente, la industria de los hidrocarburos debe reinventarse y prepararse para competir con energías renovables en un mundo futuro, donde el ambiente y los ecosistemas son indicadores preponderantes en la economía mundial. En definitiva, las grandes empresas y corporaciones productoras de petróleo, gas y carbón, deben asumir un rol conservacionista/ambientalista, invirtiendo mayores recursos para la creación de tecnologías que minimicen, reduzcan o “atrapen”, las sustancias contaminantes que generan sus distintos usos y aplicaciones.
Por Germán José Márquez Gil