Ahí el Ágora: El Evangelio es público
Cuando se trata de dar bondad, liberación, salvación, cuando es predominante entregar por misericordia y amor las distintas sanidades a las vidas; no se puede callar y pasar por alto que en Jesús se centra todas las vías a usar para llegar a la cura
Opinión.- Jamás se debe minimizar el poder y el impacto que contiene el Evangelio de nuestro Señor Jesús, porque se estaría de alguna forma escondiendo y menospreciando su valor, su majestad, su llamado, su potencia sobrenatural y, este poder que cambia y transforma no se le estaría mostrando a una sociedad ávida de agua, ávida de pan y de médico que le sacie y cure sus dolencias espirituales y también físicas.
Cuando se trata de dar bondad, liberación, salvación, cuando es predominante entregar por misericordia y amor las distintas sanidades a las vidas; no se puede callar y pasar por alto que en Jesús se centra todas las vías a usar para llegar a la cura. En Cristo está la seguridad, la medicina correcta para la sanación del alma. Él es el camino.
El mismo Señor se presenta como el exponente, el orador, para mediante el libro de Isaías, hablarnos y profetizarnos como sociedades, de sus planes de coronarnos con su gloria, con su salvación, de entregarnos diadema de reino, de ampararnos siempre.
Si bien es cierto que lo medular de esa profecía en Isaías 62 gira en torno a Israel y las ciudades circunvecinas como Judá, Sión y Jerusalén, no era para Caracas, Valencia, Inglaterra o España, es decir, no era para estas ciudades y naciones específicas, pero muy cierto es también que hoy día hay una iglesia conformada y justificada por Jesús para transmitir a todos por medio de su palabra y de su sangre preciosa que también la corona, la diadema y su amparo es para todos quienes lo acepten, sin excepción.
Por amor a Sión no callaré, dice nuestro Cristo en este pasaje bíblico, y se plantea un reto el Señor, cuando anuncia hasta que salga el resplandor de su justicia. Así es Dios con nosotros, Él no va a callar por amor, hasta ver la justicia del reino en ti, en tu familia, en el trabajo, en donde te hayan hecho algún mal, el Dios de los cielos te hará justicia.
También dice y por amor a Jerusalén no descansaré hasta ver su salvación como antorcha encendida. Esto me dice que no va a detenerse, no solo por ellos en esas partes de la geografía mundial, sino que también por nosotros aquí en estos países cercanos. Nuestro creador salvará a las naciones, a sus economías, que su poder divino intervenga, eso ocurrirá, porque su justicia y salvación es larga. Cristo impondrá la justicia y -en consecuencia- la paz en Venezuela.
Nuestro Dios es quien transforma y cambia las mentes. Él es nuestro pronto auxilio, de sus favores nosotros estaremos coronados. Ya el silencio pasó, en una época Dios no habló, no se pronunció, eso fue en un tiempo. Pero ahora dice el máximo exponente, Jesús, que por amor no va a callar, se viene el resplandor, se viene la justicia, se viene la salvación. Ya es hora de que el Evangelio se haga más público, se hable más de Dios y menos de los problemas, es momento de que se anuncie su reino.
El resplandor de su justicia y salvación como antorcha encendida, dos palabras claves para entender que Dios tiene un tiempo para actuar. Llegó el momento para que muchas cosas resurjan desde las cenizas, desde la catacumbas o cuevas, Cristo nos está diciendo que ya es tiempo de confiar más en Él. No te preocupes más por todo lo que represente un puente roto o problemas, es Cristo quien promete hacerte resplandecer, es Cristo quien te hará justicia, es Cristo quien obrará a favor de tus asuntos personales, familiares, empresariales, del país. Solo debes actuar confiando.
Sí se puede amigo (a) lector, es por aquí la plaza pública comunicacional.
Otrosí o nota: Es tarea de todos. De los padres, familias, colegios. De supervisar y anular el exceso y descontrol del uso de las redes sociales. La iglesia está orando para evitar que en el mundo espiritual las tinieblas tomen ventajas; es allí que nuestras oraciones representan los muros de contención para que no haya ningún desborde. Pero a todos nos compete.
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Lister Monteverde