Luis Vargas Pizzolante: El eterno Bolívar
Opinión
Luis Vargas Pizzolante: El eterno Bolívar
Nuestro libertador Simón Bolívar fue un militar admirable, dueño de una inteligencia, voluntad y entrega solo reservadas para los más grandes
19 de diciembre de 2024
Opinión.- Acudir al encuentro del libertador es el más ferviente estímulo para asumir, con toda su fuerza, nuestra retórica, nuestras propias palabras. Es el acceso de la prosa en plena dinámica. Es inevitable expresar, con inigualable pasión patria, todos los sentimientos que yacen en este espíritu, en esta alma. Es observar al Padre Bolívar en su exacta dimensión, esa que traspasa tiempos y espacios. Es la óptica o visión particular para tratar de exponer nuestro pensamiento sobre la figura más extraordinaria que haya prodigado nuestro continente americano. Es proponernos la tarea de esbozar sus innumerables triunfos, forjados con una impecable estrategia militar, aún vigente en la memoria colectiva de la humanidad. Es volver a relatar su absoluto distanciamiento o desapego por todo aquello que tuviese alguna relación con lo intrascendente, con lo material, ya que su objetivo estaba plenamente fijado, era conformar la gesta republicana, era estructurar el complejo andamiaje de una patria libre, esa misma Patria Grande. Su determinación e inquebrantable voluntad fueron la sólida base para la efectiva concreción de sus sueños e ideales, esos mismos que han recorrido cada espacio de este territorio y que han sido la más cristalina referencia para las siguientes generaciones, con la plena convicción de que se multiplicarían esas figuras que garantizaron la continuidad de este paso, que es el mismo paso del propio pueblo. Es la incansable y permanente lucha para consolidar la independencia de Venezuela, que se levanta, de manera orgullosa, como insustituible gesta heroica. Ante ese estremecedor legado emergen, en nuestra memoria, las imágenes del comandante Hugo Chávez y del presidente reelecto Nicolás Maduro, quienes, siguiendo el dictamen del Padre Bolívar le devolvieron, a pesar de los ejercicios estériles por parte de los enemigos de esta patria, la dignidad y presencia a Venezuela. Nuestro libertador Simón Bolívar fue un militar admirable, dueño de una inteligencia, voluntad y entrega solo reservadas para los más grandes. Bolívar lideró más de 470 batallas, cabalgó más de 123 mil kilómetros. Todo el esfuerzo supremo de más de 30 años luchando por la independencia de nuestra región. El liderazgo estratégico de Bolívar, el coraje de nuestros próceres y la decisiva vocación de los patriotas soldados se conjugaron para consagrar un triunfo que alteró y para siempre el sendero de la historia. Pero en una de las lapidarias situaciones de su vida, aquel hombre que había gestado la inolvidable concepción de la Gran Colombia, terminó en la pobreza absoluta. Llegado el momento, entendió como estéril cualquier esfuerzo para conservar la unidad de la Patria Grande. Bolívar, el eterno observaba cómo se conjugaban armónicamente una enfermedad que socavaba progresivamente su propia existencia, con ella andaban, en una suerte de crueles verdugos, la traición, ingratitud e inconsecuencia de aquellos que fueron forjados bajo su celosa visión y que lo conducían indefectiblemente al borde de la tumba. Son estos recuerdos enclavados en nuestra memoria los que colocamos para el cabal conocimiento de un ser excepcional. Es tener a Simón Bolívar como el más exacto sinónimo de entrega, sacrificio y probidad. Bolívar fallece pero dejando la esperanza de la unidad de la patria y allí sembraba ese palpitante ideal que se levanta vigorosamente en todo nuestro hemisferio. Por ello es impostergable el cotidiano ejercicio de salir al encuentro de ese Bolívar, que a veces tenemos la sensación de observarlo en todas partes, es encontrarlo a diario. Es estar colmado de indescriptible orgullo por ser descendiente de Bolívar, de Chávez y de Maduro. Es poder convocar al poeta Neruda para volver a expresar, “Yo conocí a Bolívar una mañana larga, en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento, Padre, le dije, ¿eres o no eres o quién eres? Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: "Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo".

Luis Vargas Pizzolante
Profesor universitario
Analista político

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VÍA NT
FUENTE Luis Vargas Pizzolante