Elementos de nuestro pasado que marcaron la vida de los venezolanos de los cuarenta, cincuenta y sesenta han sido borrados o minimizados de la “historia oficial”. Datos históricos como que el gobierno de Isaías Medina Angarita es el único que en el siglo XX venezolano no tuvo ningún preso o perseguido o crimen político, ningún torturado, o ningún exiliado, o que el golpe partidista-militar del 18 de octubre de 1945, mal llamado “revolución de octubre” fue uno de los golpes más sangrientos del siglo pasado, con más de 400 muertos, o la importancia del más grande científico venezolano de todos los tiempos, Humberto Fernández Morán, perseguido desde 1958 al extremo que tuvo que abandonar el país. Asímismo, que lo que hoy llaman los “colectivos” tienen su origen en las milicias, bandas armadas o “cabilleros” de AD en 1946.
Entre las tantas cosas que no se comentaron, quizás para que se olviden, están la instauración de las torturas como método de represión política en el gobierno de Rómulo Betancourt de 1945, luego de que tan repudiable práctica había sido execrada por los gobiernos de López Contreras y Medina. Angarita. Igual sucede con las tentativas del gobierno del “trienio adeco” (1945/48) de crear una iglesia pro-gobierno que sustituirá a la Iglesia Católica Apostólica Romana. Los muchachos no conocen de los programas de construcción de los mejores edificios educativos que tenemos hoy en día, luego de setenta años, como son por ejemplo en Valencia el Pedro Gual o la República del Perú y sus “gemelos” por todo el país, que son docenas. Lo mismo que se sorprenden de saber sobre los ejecutores de la construcción de la ciudad universitaria de Caracas o del Campus de la Universidad de Carabobo, que originalmente funcionaba como el centro de salud mental más grande y moderno de Suramérica.