Cita con la historia: Historia de los acueductos de Valencia
Pero mientras la ciudad crecía y la población aumentaba, las vertientes del Monte de la Acequia iban disminuyendo y la población padecía de sed
Opinión.- Cuando estoy escribiendo esto no tengo agua en mi casa. Recuerdo que cuando era niño el servicio de agua no se interrumpía casi nunca y el agua era limpia y pura, era potable. A nadie se le ocurría ir a comprar agua embotellada, porque no hacía falta, se podía tomar agua del grifo sin riesgo a enfermarse. Hoy lo que llega por las tuberías (cuando llega) no está recomendado para el consumo humano. Esto me llevó a escribir hoy sobre el pasado de los acueductos en Valencia.
En nuestros primeros tiempos, los fundadores del siglo XVI tomaban agua del río de la ciudad, o de unas fuentes que brotaban hacia el oeste, en lo que llamaron “el Monte de la Acequia”, desde donde construyeron unos canales o acequias que bajaban desde las alturas de la serranía de la Guacamaya hasta la ciudad, donde se instalaron unas pilas para que los vecinos recogieran el líquido. Eran tres: una en el Hospital San Antonio de Padua (hoy Casa de la Estrella), otra al Convento de San Buenaventura (hoy frente a la Plaza Sucre) y otra en el antiguo Colegio de Niñas (hoy Capitolio).
Para 1808, se hizo un proyecto para canalizar el agua desde el norte hasta el centro de la ciudad, para lo que se hicieron unos planos, que hoy son los más antiguos que existen de Valencia, pero el proyecto no se ejecutó, seguramente, por la llegada de la guerra de independencia.
Pero mientras la ciudad crecía y la población aumentaba, las vertientes del Monte de la Acequia iban disminuyendo y la población padecía de sed.
Para 1843 se construyó la Plaza Bolívar y en su centro, donde hoy está el monolito, se fabricó una fuente con tres pilas donde la gente podía tomar el agua para su consumo. Debió ser hecha con un pozo, de acuerdo a los documentos que hemos consultado en las bases de datos del Ayuntamiento Valenciano.
En la década de 1840, la Provincia de Carabobo contrata con Francisco Uzcátegui la construcción de un primer acueducto, tomando aguas desde unas vertientes de Guaparo, pero la obra no se completó.
Más tarde, en 1850, se contrata con el ingeniero polaco Alberto Lutowski la terminación del acueducto de Uzcátegui, pero no cumple con las cláusulas del contrato y se le rescinde el mismo, que fue contratado con Ramón Azpúrua y Julián Viso, que son quienes lo culminan en 1858, en tiempos de la “revolución de marzo”, cuando coincidencialmente Valencia fue capital por última vez. Este acueducto traería el agua desde las quebradas “La Represa” y “Los Cocos”, al norte de la ciudad, y abastecían a la población mediante cuatro pilas o fuentes; generaba unos diez litros de agua por segundo, pero este flujo se fue reduciendo rápidamente y en unos quince años años regresó la sed y la gente volvió a tener que proveerse del agua del Cabriales.
En tiempos de Guzmán Blanco, la situación de la escasez de agua se tornó crítica. La municipalidad no tenía recursos con los que hacer un acueducto, por lo que se tuvo que llegar a un acuerdo entre el gobierno municipal, el del estado y el gobierno nacional para fabricar un nuevo acueducto.
La obra se encargó al ingeniero y militar Carlos Navas Spínola, quien en poco tiempo, el 5 de febrero de 1877, entregó el acueducto concluido, que se abastecía de las quebradas “Luvara” y “Cacaíto”. La obra fue hecha con 13 kilómetros de tuberías de hierro importadas de Inglaterra. Este acueducto fue conocido con los nombres de “Guzmán Blanco” y “Miranda”, pero popularmente la gente lo llamaba “la Caja de Agua”. Es lo que nuestra generación conoció como “El Acuario”, al final de la calle Navas Spínola. Estaba rodeado de bellos jardines donde los valencianos iban a pasear.
En tiempos de Pérez Jiménez se inauguró un nuevo acueducto, moderno, de acuerdo a los adelantos de la época, y dejo de funcionar la vieja Caja de Agua.
Recuerdo que en tiempos del primer gobierno del Dr. Caldera se concluyó el nuevo acueducto de Valencia, que se amplió en el siguiente gobierno, de Pérez. Hoy envidio el agua que teníamos el siglo pasado.
Luis Heraclio Medina