David Bittan Obadía: El verdadero Neruda
La misión del hombre es la de sumar en el buen sentido, por eso está escrito que el amor al prójimo es más importante inclusive que el amar a Dios
Opinión.- Se dice en la tradición Judeo- Cristiana, “es mejor un buen nombre al mejor de los aceites” y concluye la lectura relatando que después de 100 años de vida a cada persona se le juzga en su recorrido terrenal , apreciando como ha dispuesto del libre albedrío.
La misión del hombre es la de sumar en el buen sentido, por eso está escrito que el amor al prójimo es más importante inclusive que el amar a Dios, pues todos somos una parte de él.
La historia de Pablo Neruda (Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto), dista mucho de las miles de líneas incrustadas en la “poesía bella”.
Uno de los capítulos más oscuros de su vida se ha intentado borrar de sus memorias. En las más de 500 páginas de relato se obvia la historia de su única hija: Malva Marina, quien nació con hidrocefalia, el poeta se refirió en una epístola dirigida a su amiga Sara Tornú describiéndola así: “Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”. El muy cínico se compadecía de él mismo.
Este relato triste y desgraciado, desnuda la miseria alrededor del poeta, la verdad que se ha procurado esconder. Esta criatura concebida con María Antonieta Hagenaar, una mujer de precaria situación económica que finalmente tuvo que dar en adopción a la niña, pues Neruda se desvinculó de ellos totalmente. Ese ser de luz falleció a los ocho años, Neruda al enterarse de su muerte no contestó ni el telegrama.
También hay otra historia de la vida de Neruda que pasa desapercibida, relatada entre otros por BBC NEWS MUNDO, lo describen como un “error de su juventud”, una violación, donde la prueba es el relato del propio Neruda, quien sin filtro ni pudor señaló: “Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en el que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama”, narra. “El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia”, concluye.
Debería de existir una fórmula de desagravio en el tiempo para poder retirar los premios Nobel entregados a personas en las que se les descubra una vida de conductas reprochables, inmersas en la miseria más profunda del ser humano.
Neruda fue un monstruo, a mí me decepcionó hace tiempo, me arrepiento de haber hecho caso a mi profesora de castellano quien me obligó a leer sus versos, aquellos en los que en inmerso mi inocencia fueron la inspiración para mis primeros poemas de amor.
He quemado sus obras que estaban en mi biblioteca, pero no es suficiente protesta para denunciar al poeta que escribió tanto sobre amor, pero que no dedicó ni uno de sus versos a su hija, un ángel que seguramente llegó a este mundo a cumplir una misión divina, además de haberse declarado culpable del ultraje más abominable a una mujer.
Por esto y más: ¡Protesto señorías!
davidbittanobadia@gmail.com
Twitter: @davidbittano
David Bittan Obadía