Daniel Asuaje: Los vientos que soplan
"La humanidad está siendo dinamizada por fuerzas poderosas hoy día"
Opinión.- Por si fuesen pocas las tribulaciones actuales: guerra de Ucrania, guerra de Gaza e islamización de Europa, se desata ahora el viento solar de los aranceles trumpistas con sus impactos profundos en los esquemas de relación internacional, reconfigurando los centros de poder mundiales.
La humanidad está siendo dinamizada por fuerzas poderosas hoy día. Entre ellas, algunas muy disruptivas de las bases, sustentos teórico-ideológicos, medios y racionalidades del poder. Su consideración completa desborda el espacio disponible para este artículo. Nos centraremos solo en algunas muy estrechamente interconectadas. Comencemos por enumerarlas, pero antes una aclaratoria. Que las entendamos como disruptivas no dice que las califiquemos necesariamente como negativas. Esta última valoración no entra en este análisis por razones de espacio.
Comencemos con el islam. Es una religión que, al menos en sus expresiones extremas, hoy persigue la conversión forzada de todo el mundo en sus fieles, so pena de aniquilación sin piedad en caso contrario. Ella es parte de los enemigos de lo que podemos llamar civilización occidental. Europa es quien más amenazada está de sucumbir y dejar de ser parte de occidente. El islam suma fuerzas con el avance de las tendencias autoritarias como forma de gobierno. Son sustitutivas de la democracia, aunque se disfracen de ellas. España, Hungría, Polonia, Rusia y Turquía en Europa, mientras que Argentina, Bolivia, El Salvador, Venezuela, México y EE.UU. en las Américas son ejemplos de ello. Este retroceso de la democracia es la segunda fuerza. La tercera es la impregnación de la IA como ambiente de realización de las actividades humanas en todas las esferas de existencia nuestra. No son las únicas fuerzas en juego: la criptomonetización de los medios de cambio, las nuevas tecnologías en salud, producción, las nuevas formas de tejido social son apenas algunas de las fuerzas que valen la pena tener en cuenta.
En este contexto de ocurrencias se produce lo que Trump denominó “El día de la Liberación”: el anuncio de las medidas arancelarias de su gobierno, las cuales afectan a más de cuarenta países de modo desproporcionado en relación a las balanzas comerciales de intercambio entre esos países y EE.UU. El propósito declarado es revertir el déficit de la balanza comercial norteamericana. Sin embargo, se aprecia que el impacto económico de estas medidas es la subida a mediano plazo de los precios al consumidor estadounidense y también en los países importadores de bienes norteamericanos y, especialmente, modificación de la estructura, montos y destinos del comercio internacional, además de riesgos de una recesión económica globalizada. Pero hay más.
Su establecimiento va a contra corriente del esquema de libre comercio construido por EE.UU., Europa y Japón después de la post guerra y que durante casi ochenta años distribuyó la producción manufacturera por todo el mundo, creó riqueza en las naciones, incrementó el comercio de materias primas y tendió a abaratar el precio de los bienes y servicios. Los aranceles quiebran este esquema comercial por ser muros para el libre comercio. Que las empresas globalizadas rompan sus cadenas de suministros, migrando hacia EE.UU. no es cosa inmediata y está por verse, pues precisa toda una minuciosa evaluación de costos y beneficios, directos e indirectos.