Agustín Albornoz S. : ¡Acuérdate de mí...!
Aquí hallamos tres palabras poderosas: “Jesús…acuérdate de mí.”
Opinión.- La Semana Santa es la evocación cristiana anual de la pasión de Cristo; es decir, de la entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis, la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Comienza tal día como ayer, Domingo de Ramos, y termina dentro de siete días el Domingo de Resurrección.
De estos días hay múltiples reflexiones importantes que podemos hacer, cada quien escogerá en qué prefiere enfocarse. En este caso está claro que todos los sucesos que evocamos de esos días deberían ser de una gran importancia para toda la humanidad, creyente o no; sin embargo, muchas personas no tienen ni idea de la enorme trascendencia de los mismos. Y aún los que sí la tenemos, elegimos enfocarnos o en los días de la pasión, o en el día culminante de la Resurrección y todo lo que ella significa. Yo elijo lo segundo, y enseguida hago una reflexión basada en un escrito de la autora Betsy de Cruz, en la cual vemos uno de tantos aspectos significativos acerca de la esperanza que nos ofrece la Pascua de Resurrección de Jesús:
Mientras yacía moribundo en una cruz romana, un convicto al lado de Jesús gritó: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino” (Lucas 23: 42 TLB) ¿Cómo podía él esperar que Jesús, clavado y atado a una cruz, pudiera ser el tan esperado Mesías? ¿Y cómo reunió suficiente fe y valor para acudir a Jesús mientras él mismo sufrió tortura? Seguro su mejor esperanza era una muerte rápida. Sin embargo de alguna forma el hombre tuvo un destello de fe, y lo ejerció invocando a Jesús: Acuérdate de mí cuando entres en tu reino.
Aquí hallamos tres palabras poderosas: “Jesús…acuérdate de mí.”
En principio de esto se trata la fe, de que esperamos que Dios se acuerde de nosotros y de nuestras oraciones con una fe expectante e infantil, en especial cuando más lo necesitemos y reconozcamos que hay muchas cosas que no podremos hacer nosotros solos. Ejemplos:
• Acuérdate de mi matrimonio y sus problemas.
• Acuérdate de mis hijos.
• Acuérdate de mi amiga y su enfermedad.
• Acuérdate de mis problemas financieros.
• Acuérdate de mis esperanzas y sueños.
• Acuérdate de nuestro futuro.
Todos podemos clamar a Jesús tal como lo hizo ese malhechor. Al poner nuestras esperanzas ante Él podemos confiar en que Él nos recordará. Jesús puede sanarnos. Él nos puede proveer. Incluso puede aumentar nuestra fe cuando no estemos realmente seguros de que escuchará y actuará de algún modo en nuestras oraciones.
Lo cierto es que la resurrección de Jesús mostró ser el acontecimiento más importante de todos los tiempos, y lo cambió todo (hasta los tiempos, dividió la historia en A.C. y D.C.) Demostró que todo lo que había dicho Jesús antes era verdad. Ejemplo: que al resucitar está vivo para siempre, y que quienes le abrimos nuestros corazones, y lo admitimos como nuestro Salvador, también estaremos con Él. Solo cabría preguntarnos cada uno: ¿Yo actúo realmente como si Dios estuviera vivo? Personalmente procuro hacerme esa pregunta con asiduidad.
@viviendovalores