Luis Heraclio Medina: Indios de verdad e indios de fantasía
Opinión.- En este artículo usaremos el término que encontramos en todas las fuentes primarias de nuestra historia: “indios” para referirnos a los habitantes autóctonos de las tierras que hoy son Venezuela.
Es el vocablo utilizado por nuestros antepasados e incluso el que hoy en día utilizan las etnias de algunas regiones apartadas de nuestro país para referirse a ellos mismos.
En reciente visita que hicimos a la población primigenia de Carabobo, Borburata, nos encontramos con que la escuela del pueblo se llama “Cachirí”.
Nos extrañó este nombre, que habíamos visto en el occidente del país, pero nunca en registros históricos de tierras carabobeñas. En Colombia hay un páramo llamado Cachirí, en Santander, donde hubo una batalla ganada por los realistas en 1816.
En 1817 La Torre tiene un batallón de ese nombre en la batalla de San Félix. Seguramente lo nombraron así en recuerdo a aquella batalla.
En el norte del estado Zulia, municipio Mara, hay un caserío y un río llamado Cachirí. Nos recuerda el profesor Elio Araujo que, según Lisandro Alvarado, “Cachirí” es un licor de yuca o batata fermentada que preparan algunos grupos indígenas del alto Amazonas y del Orinoco.
Ahora bien, resulta que en ningún registro histórico hemos encontrado por toda la región central del país a ningún cacique, río o absolutamente nada que se hubiera registrado con el nombre de “Cachirí”.
Ni Oviedo y Baños en su historia escrita en el siglo XVIII, tenida por la más antigua, ni en las relaciones de los conquistadores, ni los misioneros de los siglos XVI o XVII, ni en las investigaciones del Hermano Nectario María y otros estudiosos en los antiguos documentos en los Archivos de Indias en Sevilla y en otros lugares, no figura, para nada, un cacique o un indígena de ese nombre. Por lo tanto, consideramos que tal cacique nunca existió, por lo menos en estas regiones.
Lo que ciertamente lleva o llevaba el nombre de “Cachirí” era una fábrica de hielo y una licorería o botiquín en Puerto Cabello.
Para sorpresa nuestra, los amables vecinos de Borburata nos indicaron que la escuela del pueblo se llama así, en recuerdo de un supuesto cacique que era el señor de aquellas tierras en tiempos de la conquista.
Pero lo que es más grave aún, el nombre originario de esa escuela era el de “Pedro Alvarez”, un personaje histórico, el primer alcalde de Borburata, es decir, el primer alcalde que hubo en lo que hoy llamamos el estado Carabobo.
Fue él quien, por instrucciones de Juan de Villegas en 1549, con 40 soldados, 5 mujeres y 70 indios pasa a poblar Borburata y es designado el 10 de abril de 1551 su primer alcalde.
Pero por una aberrada decisión del Ministerio de Educación en 1953, sin ningún fundamento histórico le cambian a la escuela el nombre, sustituyendo el de el padre fundador del pueblo por el de un personaje del que no existe ninguna prueba de su existencia.
Pasa así Borburata a dejar de rendir honor, con el nombre de su escuela, a su fundador, para enaltecer a una fábrica de hielo o a un botiquín, por obra y gracia de quien sabe cuál funcionario del gobierno de aquellos tiempos.
La identidad está vinculada con la historia, con el arraigo, con el sentido de pertenencia. Se debe fomentar el reconocimiento de nuestras raíces, para eso está la historia.
Muy triste que los pueblos vivan de cuentos y fantasías. Caso parecido ocurre en Valencia con otros personajes de quienes no se tiene pruebas de su existencia.
Del tal cacique “Guacamayo” no hay ninguna evidencia documental. Una princesa “Tibaire” es el producto de la imaginación del escritor merideño Tulio Febres Cordero, quien no tiene ninguna fuente histórica para escribir su fantasía de una hija de un cacique “Queipa” que es rescatada por un español conquistador y que termina casándose con un moro en Valencia.
Los caciques de nuestra región de quienes sí tenemos bastantes referencias históricas fueron “Patanemo”, “Naguanagua o Naguanogoa” y uno que al cristianizarse se hizo llamar “Don Diego”. Estos son los verdaderos aborígenes históricos de Carabobo.
@luishmedinac