"Solicité un derecho de palabra en el seno del Parlamento Nacional al Presidente de la Asamblea Nacional"
Opinión.- Solicité un derecho de palabra en el seno del Parlamento Nacional al Presidente de la Asamblea Nacional, para informar mi experiencia ecológica, en mi visita al continente europeo. Allí señale dos cosas: Estuve ausente en estos días del trabajo parlamentario, debido a que fui invitado al Encuentro Europeo de Traumatología en la Ciudad de Lisboa. Y estando allí, era inevitable además de compartir nuestras experiencias médicas y científicas, observar los cambios que viene dando buena parte de Europa a través de la revolución del conocimiento, ciencia y tecnología. Hay todo un mundo volcado allí que busca mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, y lograr desarrollo económico.
Ciudades Inteligentes, Hidrogeno Verde, 4ta Revolución Industrial, Edificaciones Inteligentes, manejo efectivo de desechos sólidos (por cierto uno de los negocios más rentables en el mundo), acciones para disminuir la huella de carbono, acciones para combatir la pobreza y alcanzar erradicar la pobreza extrema para el año 2030, todo ello se esta dando en Europa. Debates, proyectos y legislación ecológica indican que este parlamento nacional, así como los parlamentos de América Latina, deben centrar su atención especial sobre esa leyes que impulsen esa revolución.
Tuve la oportunidad de tener una reunión con un grupo empresarial que tiene por objetivo, transformar el bosque amazónico en un negocio ambientalmente sostenible y financieramente rentable con proyectos avalados por el Global compact de la ONU (UNGC) y los Science Based Targets. Tenemos una ventaja competitiva versus la competencia, conectados con los objetivos de desarrollo sostenible.
Ellos solicitan comodatos de extensiones importantes de selvas y bosques, los cuales se utilizarían para medir el oxígeno producido y el consumo de Dióxido de Carbono, emitir certificados digitales que servirían a las grandes empresas del mundo y en especial a las europeas, para contribuir en la disminución de la emisión de dióxido de carbono de esas empresas que en Europa están obligas por ley hacerlo. De no hacerlo, tendrían que detener su producción y cerrar.
Vamos a solicitar a nuestras comisiones y subcomisiones que tienen que ver con el mundo ecológico, darnos la oportunidad de escucharlos y evaluar convertir a Venezuela en un país verde. Escuchar como ellos están interesados en comodatos de nuestros bosques, selvas y sabanas, sin alterar un milímetro el ecosistema, pero además generando recursos para el estado venezolano, que servirían por ejemplo, para mejorar las condiciones salarias y contractuales de nuestros trabajadores, abordar los temas de salud y educación. Tenemos que abrirnos definitivamente a esa revolución (de la ciencia y la tecnología). Aspiro, que se de el debate de todas estas leyes que están en la Subcomisión de Innovación, Comisión Permanente de Educación, Salud, Ciencia, Tecnología e Innovación, Comisión de Energías y Minas, éstas se promuevan, para que lleguen a la plenaria y podamos debatirlas, aprobarlas y entrar en sintonía con quienes hoy muestran profunda preocupación por el cambio climático.
Estaremos haciendo historia y de la buena, entraríamos en la onda mundial ecologista, contribuyendo de manera importante a mejorar las condiciones de vida del venezolano, asegurarle a las nuevas generaciones condiciones ambientales que hagan posible la supervivencia de la humanidad. Parecieran temas lejanos, alejados de nuestra realidad actual, la que vivimos día a día, pero no lo es. La superpoblación de las grandes ciudades ya es un problema en el mundo. 7.000 millones de personas en el planeta ya generan un problema ambiental. La ONU señala que para el 2050 seremos 9.700 millones, con la irreversible consecuencia de emisión de CO2 y agotamiento de los recursos naturales. Ello nos obliga a tomar en serio la legislación que impulsaría todos estos proyectos ecológicos, nos ayudarían a desarrollar proyectos aprobados por la ONU y con ello impactar en la disminución de la huella de carbono.
Por Rubén Limas