Sin embargo, el hecho de estar profundamente dividida la oposición venezolana no significa que no podamos, al final del día, ponernos de acuerdo y lograr un candidato y programa de gobierno único o mínimo que garantice la victoria del año 2024.
Recuerdo cómo era la fragmentación de la oposición chilena frente a su lucha contra la dictadura de Pinochet, y a pesar de todas sus grandes diferencias y egos, lograron ponerse de acuerdo con un candidato único, que por cierto no era el más popular entre los chilenos, y peor aun era el candidato que el gobierno de Pinochet aceptaba por creerlo derrotable.

Nosotros, guardando las distancias, estamos en un papel parecido al que tuvo en su momento la disidencia chilena. Por ello, yo en lo personal no pierdo la esperanza de que finalmente nos pongamos de acuerdo, y podamos escoger un candidato único para lograr el objetivo de cambio.
Algunos, por cierto, con gran porcentaje de responsabilidad de los errores opositores, están planteando unas primarias excluyentes. Señalan ellos que algunos partidos o personas no podrán participar en las primarias que ellos pretenden llevar adelante, en una actitud mezquina y miope de la realidad latente que hoy nos acecha.

Nosotros los adecos hemos planteado unas primarias incluyentes. Todo aquel que quiera participar se inscriba y se cuente, que sea el pueblo el que decida con su voto quién va o quién no.

Otro aspecto interesante es quién dirige ese evento -me refiero a las elecciones primarias opositoras-. Algunos han planteado, a mi manera de ver de forma equivocada, que no sea el CNE el que las dirija por tener sospechas de su actuación. No les puedes decir a nuestros electores que no quieres que el CNE rija las primarias porque no es árbitro confiable, pero luego el candidato único seleccionado lo vas a inscribir en ese CNE para las elecciones presidenciales. Pudiéramos usar cualquier otro argumento para no permitir que sea el CNE el que lleve adelante ese proceso, pero no el argumento arriba mencionado.

Son muchas las tareas que tenemos por delante quienes creemos en la unidad como instrumento de cambio en el país: método y reglas de selección del candidato, plan mínimo de gobierno, participación o no del CNE, doble vuelta o no. En fin, tenemos que empinarnos por encima de nuestras diferencias y lograr la aspiración de la inmensa mayoría de los venezolanos. Estoy también seguro de que si logramos estas cosas que hemos señalado, sería un instrumento fundamental para combatir la apatía y la abstención que han reinado en los últimos procesos, como consecuencia del juicio popular.

Desde esta humilde columna, exhorto a todos los factores políticos del estado y del país a ponernos de acuerdo para lograr el sueño de los venezolanos de un nuevo gobierno, y un nuevo modelo político y económico para el país. Sigo soñando con una nueva Venezuela de desarrollo y progreso, la cual pueda brindarles la mayor suma de bienestar y felicidad posible a todos por igual. Hablemos entonces de las elecciones presidenciales como mecanismo de cambio para el país, no es extemporáneo.

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