Méndez aseguró que ser acróbata para él es un sueño, y comparó que conocer el breaking es como “la arepa y mantequilla, encajamos mucho”.
Entre sus acrobacias está “el borrador”, que consta de derrapar con un casco por varios metros de asfalto en plena calle de la capital venezolana, esperando recibir propinas por la muestra de talento que deja el joven, mientras su casco está lleno de mantequilla para lograr deslizar más naturalmente.
El joven compartió que trabajar en Venezuela es difícil, sobre todo en los semáforos porque la gente no respeta las luces rojas, cosa que es indispensable para poder mostrar su disciplina.
“Tiene un estigma porque es un baile callejero, pero como todo deporte debe tener un proceso de transformación”, aseguró.
El bailarín espera que pronto pueda conseguir apoyos, sean públicos o privados, para poder competir en escenarios internacionales, sobre todo después de que este arte se convirtió en deporte olímpico en las Olimpiadas París 2024.