Este comité decidió inicialmente un manejo intrauterino con la realización por parte de obstetricia de técnicas para aliviar la compresión del tumor con el fin de que la bebé cumpliera semanas de gestación y evitar el nacimiento prematuro.
En la semana 28 de la gestación (seis meses y medio) dada la gravedad extrema, se decide extraer a la bebé mediante cesárea, con tan solo 900 gramos de peso.
La complejidad del procedimiento venía dada por el hecho de que, por las características del tumor, la paciente podría fallecer inmediatamente tras cortar el cordón umbilical que la mantenía unida a la madre.
Así, había que mantenerla unida a la placenta mientras se estabilizaba a la paciente y se iniciaba el acto quirúrgico, mediante la técnica EXIT (Ex Útero Intrapartum Treatment), según ha explicado la jefa de sección de Neonatología, Raquel Escrig.
Más de unos treintena profesionales, consistente en dos equipos quirúrgicos completos, uno para la madre y el segundo para la bebé, participaron en el estudio y ensayo de la cirugía mediante simulación clínica.
Tras la cesárea, la niña se mantuvo con vida gracias a la asistencia placentaria que le proporcionaba su madre, permitiendo su intubación previa al pinzamiento del cordón umbilical y su intervención quirúrgica inmediata para la extirpación del tumor que comprometía su vida.
La paciente requirió una nueva intervención dos meses después para eliminar restos del tumor que había crecido nuevamente. Tras esta y dos ciclos de quimioterapia en oncología infantil, la bebé está libre de la enfermedad.
Según ha expresado el gerente del Hospital La Fe, José Luis Poveda, “la coordinación y la experiencia de los profesionales de nuestro hospital han sido la clave para el éxito de esta operación. Se trataba de un reto muy complejo que supone un hito fundamental en el tratamiento de los tumores cardíacos en bebés prematuros”.