Crónica Criminal: El primer narco-diputado
"Escubren en la maleta del automóvil los cinco kilos de cocaína, armas de fuego y miles de dólares falsos, no le queda nada por hacer"
Sucesos.- 1987. Madrugada del 5 de febrero,
distribuidor El Trigal. Un Ford Granada con placas del Congreso de la República es interceptado por varios vehículos de los que se bajan varios
hombres fuertemente armados. Son funcionarios de la Disip que vienen siguiendo al automóvil del diputado
Hermócrates Castillo desde el estado Zulia. El parlamentario, que viene acompañado de tres sujetos, protesta y amenaza a los funcionarios, pero cuando descubren en la maleta del automóvil los cinco kilos de cocaína, armas de fuego y miles de dólares falsos, no le queda nada por hacer. Todo el procedimiento es observado por un testigo de excepción llevado por la policía: el diputado
Vladimir Gessen, presidente de la subcomisión del Congreso contra el tráfico de drogas, un parlamentario mediático que siempre está pendiente de aparecer en cualquier escándalo.
La
sociedad venezolana se escandaliza por el primer caso de un parlamentario implicado en el tráfico de drogas, que ya en aquellos tiempos comenzaba a tomar fuerza. La cantidad de droga hoy nos resulta risible: apenas cinco kilos de coca, una cantidad insignificante para los volúmenes del narcotráfico de hoy, cuando un decomiso de algunos cientos de kilos del alcaloide ni siquiera merece una nota de prensa.
Castillo había sido elegido en las planchas del partido OPINA y anteriormente había militado en otros movimientos políticos. La Disip señaló que el hombre viajaba todas las semanas a Maicao, Colombia a comprar los estupefacientes que vendía posteriormente en Caracas y que las averiguaciones se habían iniciado por “llamadas anónimas”, mentira esta que utilizan los cuerpos policiales cuando no quieren o no pueden señalar la fuente verdadera.
Como es costumbre el diputado declaró que todo se trataba de una campaña orquestada en su contra, para anularlo políticamente a él y a su organización política, pero las evidencias en su contra resultaron tan abrumadoras, que los primeros en sancionarlo fueron los de su propio partido que lo expulsaron inmediatamente.
En 1980 ante lo contundente de las pruebas recabadas en contra de Castillo, el tribunal de la causa lo condenó a 29 años de presidio que comenzó a purgar en el penal de Tocuyito, donde murió antes de cumplir toda su condena.
Por Luis Heraclio Medina C.