Crónica criminal del pasado: Muerte en la Plaza Bolívar
"La gente se limitó a escuchar las noticias por radio y se acuartelaron las fuerzas policiales y militares de la ciudad"
Sucesos.- El golpe de estado que derrocó al gobierno de Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948 fue lo que técnicamente se denomina un “golpe seco”, es decir, sin violencia, ni bombardeos ni enfrentamientos. Fue muy distinto al cruento gobierno que tres años antes, el 18 de octubre del 45, había llevado al poder a Rómulo Betancort, con unos cuatrocientos muertos y combates en varias ciudades, que terminó con el período de paz y legalidad del gobierno de Isaías Medina Angarita.
Pero esta vez no hubo nada de violencia. Los militares le habían hecho una serie de exigencias al presidente Gallegos, una de las principales era que Betancourt se abstuviera de controlar el gobierno y que el aparato dejara de ser controlado por el partido AD, a todo lo que Gallegos se negó, por lo que fue desalojado de Miraflores. Lo montaron en un avión y se instaló la junta militar de gobierno. Los adecos desde días antes habían amenazado con que si se producía una acción golpista cientos de miles de milicianos adecos y sindicalistas iban a salir a las calles a defender al gobierno, pero no salió absolutamente nadie. Todo fue tranquilidad ese día.
En Valencia todo fue absoluta normalidad. La gente se limitó a escuchar las noticias por radio y se acuartelaron las fuerzas policiales y militares de la ciudad.
En aquellos tiempos vivía frente a la plaza Bolívar una de las familias más antiguas de la ciudad. Eran los Zuloaga. Su residencia era una enorme y antigua casa colonial, en la calle Constitución, al lado de la casa municipal, donde mucho tiempo después estuvo el Pasaje Tarbes y hoy hay una tienda de telas. Esa casa perteneció a una ilustre antepasada de la familia, Josefa “Chepita” Zavaleta, la gran prócer valenciana de la guerra de independencia, que en su momento estuvo seriamente implicada en un plan para matar a Pablo Morillo, por lo que fue enjuiciada, condenada y expulsada de Venezuela. Esa misma vivienda es una de las varias casas valencianas donde estuvo escondida el Acta de Independencia por varios años. Allí también vivió don Alejo Zuloaga, primer rector de la Universidad de Valencia, miembro de la familia. Para mediados de los años cuarenta vivían allí Alejo Zuloaga La Hoz (descendiente de nuestro primer rector) y su señora esposa, la porteña Margarita Gramcko Meier, una dama de lo más destacado de la sociedad de Puerto Cabello. Otros parientes vivían allí; los Zuloaga-Gramcko no tenían hijos.
Para evitar cualquier desorden el gobierno decretó un “toque de queda” a partir de las seis de la tarde, momento en el que todo el mundo debia estar encerrado en su casa.
Aquel día, apenas dos o tres luego del golpe, en la plaza Bolívar un grupo de sujetos fomentaron un disturbio. Se escucharon gritos y hasta algunas detonaciones. Eran tiempos en los que los portones das de las casas permanecían abiertos durante todo el día y se cerraban sólo por las noches. Ante el alboroto Margarita corrió a cerrar el portón. Afuera policías y soldados hacen “tiros al aire” para dispersar a los amotinados. Margarita no había terminado de trancar la vieja puerta da caoba maciza cuando una bala atraviesa la madera y la impacta en el pecho; la mujer cae desfallecida.
Horrorizada una de sus parientes que allí se encontraba levanta a la herida y sale con ella en brazos a la calle. Increpa a los funcionarios que no saben qué hacer, hasta que un oficial consigue un vehículo y llevan a la herida a la Clínica Romero Lizarraga, del doctor Francisco Ignacio Romero, reputado cirujano de la ciudad.
Pero la herida es muy grave; pese a los esfuerzos médicos Margarita muere a las dos de la tarde del 29 de noviembre de 1948. Tenía 44 años. Fue la única víctima mortal a causa de aquel golpe de estado. Su deceso causó gran consternación en la sociedad carabobeña, especialmente en Valencia y Puerto Cabello.
Por Luis Heraclio Medina C.