“Está más perdido que la avioneta de Ramella Vegas”
Sucesos.- La pasión por la cacería y el éxito en la vida unían a los dos hombres muy conocidos y estimados en toda Venezuela: uno era
Gustavo Ramella Vegas, rico industrial, y piloto, era el nieto de aquel Pablo Ramella, el creador del pan de jamón en sus panaderías de Caracas y del primer centro comercial de la capital, conocido como el “Pasaje Ramella”. Ramella era muy hábil con su avioneta y se decía que podía aterrizar en cualquier parte que le pareciera buena para cacería.
El otro era Rafael Ernesto López, hijo de una conocida familia carabobeña. Su padre y sus hermanos habían nacido entre Valencia y Puerto Cabello, pero por cosas del destino su madre se encontraba en Caracas a la hora del parto y Rafael Ernesto nació caraqueño. Como su padre, acérrimo enemigo de Gómez y como su padre, eminente cirujano. Tuvo que huir del país cuando la dictadura y se estableció en Nueva York, donde ejerció la medicina y la docencia en importantes hospitales norteamericanos donde aprendió modernas técnicas que más tarde pondría en práctica en Venezuela. Cuando venía a Valencia se quedaba en la famosa casa de la “Cruz Verde” de los Barreto, en la Calle Soublette, donde había vivido su mamá. Cuando muere Gómez el tío Rafael Ernesto puede regresar al país. Inmediatamente el presidente López Contreras lo designa ministro educación donde tiene una labor destacada, creando la Escuela de Enfermería, la Escuela Rural del Mácaro en Maracay, la Escuela Experimental Venezuela, delegado por Venezuela a la firma de la carta de la ONU, embajador en la Unión Soviética, entre otros cargos. En el ámbito privado fue de los creadores de la primera clínica privada moderna de la capital: el Centro Médico de Caracas, a semejanza de las clínicas donde trabajó en USA, y que fue por mucho tiempo la clínica más moderna de Suramérica.
Para la Semana Santa de 1954 Ramella Vegas y Rafael Ernesto tienen un paseo de cacería en una lejana hacienda en las inmediaciones de Caicara del Orinoco. Ramella es piloto y dueño de una avioneta Stinson Detroiter, de 4 puestos en la que harán el viaje. Por su lado Rafael Ernesto envía previamente en su automóvil a su chofer Angelo junto con Miguelito, el perrero, y los perros y las armas e implementos.
Temprano el jueves 15 de abril de 1954, despega la avioneta desde La Carlota, pero un cuarto de hora después regresa por el mal tiempo. Esperan unas horas a que mejore y vuelven a despegar rumbo a Caicara.
Al finalizar la Semana Santa llegaron noticias desde la hacienda, donde esperaban Angelo y Miguelito, que estaban preocupados porque se quedaron esperando: la avioneta no llegó. En el Aeroclub Caracas empezaron a preocuparse, pero muchos creían que habían aterrizado en otra parte que prefirieron para cazar.
La noticia de la desaparición de la avioneta empezó a salir en la prensa, pero cuando se supo otro detalle, la cosa tuvo carácter de escándalo: los dos cazadores de tigres no andaban solos; con ellos iban dos felinas: una joven rubia, bastante atractiva que describieron con blusa y pantalón de cacería blancos, llamada Isabel Yolanda Ojeda de Domínguez y una bonita morena, también joven con un traje azul de cacería, llamada Mery de Banta, que vino desde Nueva York especialmente para el paseo. Se supo que ninguna de las dos chicas era conocida de la familia de los cazadores.
Pasan los días y crece la preocupación. Llegan desde Nueva York, por una parte, María Cristina, la esposa de Ramella y por otro lado el señor Banta, esposo (¿?) de Mery para tratar de colaborar en la búsqueda.
Ante la desaparición del industrial y el ex ministro el gobierno inicia una exhaustiva búsqueda. Se incorporan las aeronaves de las fuerzas armadas, las avionetas privadas de La Carlota, y los aviones de las empresas privadas. Es el operativo aéreo más grande que se había realizado en el país hasta esos momentos.
El presidente Pérez Jiménez personalmente ordenó poner todos los recursos del estado para encontrar a los desaparecidos. Ordenó que los hermanos de Rafael Ernesto acompañaran en los aviones, con la expresa prohibición de que ambos volaran juntos en un avión. Diariamente pedía un parte de las operaciones.
Al finalizar el plazo recomendado por la aviación militar en casos de extravíos de aeronaves el presidente ordenó que se continuara la búsqueda hasta que los hermanos López lo consideraran conveniente.
La ruta de vuelo acordada se rastreó una y mil veces, sin encontrar ningún vestigio. Se amplió la búsqueda a otros lugares y hasta el mar. Por tierra buscaban el ejército, la Guardia Nacional, amigos y familiares y los voluntarios. No aparecía nada.
Lo que si aparecieron fueron los psíquicos y mentalistas tan de moda en aquellos tiempos. Fassman, un famoso vidente, decía que estaba a punto de entrar en la mente de Ramella, pero se le escapaba la visión. La alemana Marie Loise Rockhead con ejercicios de radiestesia los ubicaba muertos al sur del Orinoco. Lectores de tabaco, brujos y visionarios daban sus versiones atribuyendo la desaparición a causas sobrenaturales.
Por meses y luego años, las familias se movilizaban cuando había una noticia o aparecían algunos restos de un avión. Todo fue negativo. La desaparición del recordado tío Rafael Ernesto y su compañero Ramella Vegas sigue siendo el gran misterio de la aviación civil venezolana.